Componentes del sector público
El sector público nacional lo integran:
• Las Administraciones públicas. Entre ellas se distinguen: la Administración central, formada por el Estado y los organismos autónomos (INE, Museo del Prado, etc.), y que controla el grueso de los ingresos públicos; las Administraciones territoriales, constituidas por las comunidades autónomas y las corporaciones locales (ayuntamientos y diputaciones provinciales), y la Seguridad Social.
Las Administraciones públicas se financian principalmente a través de los impuestos, y el Estado es el recaudador más importante (después, desde esta instancia se transfiere dinero hacia las restantes Administraciones para que estas mantengan sus actividades). Por su parte, la Seguridad Social se financia, sobre todo, con las cotizaciones sociales que aportan trabajadores y empresas.
• Las empresas públicas. Desde su participación en los mercados, tienen como misión conseguir objetivos fundamentales para la economía del país, como el control de los sectores productivos estratégicos (energía, transportes, etc.) o el fomento y desarrollo de zonas deprimidas.
• Las instituciones de la Unión Europea. Afectan a España, como Estado miembro, tanto en el terreno de las regulaciones (normativa comunitaria) como en el de la financiación (fondos comunitarios).
Pasos para hacer la declaración del IRPF
a. Cálculo de la renta del contribuyente. El hecho imponible del impuesto es la abtención de rentas. Para cuantificarlo hay que sumar todos los ingresos obtenidos durante el año:
b. A estos ingresos se restan los gastos necesarios para su obtención (Seguridad Social, etc.) para hallar la base imponible.
Base imponible = ingresos – gastos necesarios
c. A la base imponible se le aplican unas reducciones para obtener la base liquidable. Estas reducciones las fija el Gobierno en función de las circunstancias que quiera favorecer; por ejemplo, reducciones por rendimientos del trabajo, por cada hijo menor de tres años, por estar al cargo de personas mayores o discapacitadas, o por aportaciones a planes de pensiones. Además, existe un mínimo exento (mínimo personal o familiar), o cantidad necesaria para poder vivir, que también hay que restar.
d. A la base liquidable se le aplica un porcentaje que varía según una tarifa progresiva, más alto cuanto mayor sea la cantidad, y así se obtiene la cuota íntegra.
e. A esta cuota íntegra se le restan unas deducciones en función de las circunstancias del declarante, por ejemplo: compra o rehabilitación de vivienda habitual, trabajadores con niños menores de tres años, etc. La cantidad resultante o cuota líquida sería lo que tendríamos que pagar a Hacienda.
f. Por último, como durante todo el año se retiene de la nómina una cantidad a cuenta del impuesto, pueden darse dos situaciones: si lo que hemos adelantado es menos de lo que nos toca pagar, la declaración es positiva y habrá que ingresar la diferencia; si, por el contrario, hemos adelantado más de la cuenta, la declaración es negativa y Hacienda debe devolver la diferencia.
El carácter progresivo del IRPF
Para entender la progresividad, conviene saber que los impuestos se pueden calcular según distintos criterios:
• Impuestos regresivos. Gravan a todas las personas por igual, con independencia de su capacidad económica, lo que significa que quienes tienen más pagan lo mismo que los que tienen menos, con lo que aumenta la desigualdad entre las personas.
• Impuestos proporcionales. Gravan de manera proporcional a la capacidad económica de las personas; si, por ejemplo, se fijan en un 10 %, el que tenga más pagará más, pero solo en esa proporción.
• Impuestos progresivos. Gravan más que proporcionalmente a la capacidad económica de las personas. Para ello se aplica una tarifa progresiva: por ejemplo, quien tiene una renta de 30 000 euros paga el 10 % por los primeros 10 000, el 15 % por los segundos 10 000, el 20 % por los terceros 10 000, etc. Significa que se distribuye el dinero que se gana en tramos, y el porcentaje que se aplica (tipo impositivo) es mayor según va ascendiendo el tramo de renta. Estos impuestos tienen un mayor efecto redistributivo.
Veamos con un ejemplo la diferencia entre proporcionalidad y progresividad. Si todos los ciudadanos pagan, por ejemplo, el 10 % de lo que ganan, quien gana 10 000 euros pagará 1000, y el que gana 20 000 pagará 2000. Esto significaría pagar de forma proporcional. En cambio, con la progresividad, el que gana 10 000 euros paga el 10 % de esos 10 000 euros, y quien gana 20 000 euros paga el 10% de los primeros 10 000 euros, pero el 15 % de los segundos 10 000, es decir, en total, 2500 euros.