Impacto del PIB en la calidad de vida
La renta por habitante nos da una idea aproximada sobre el nivel de vida de un país. Sin embargo, no significa que la situación de todos los ciudadanos de este país sea la misma. Por lo tanto, el dato de renta por habitante debe complementarse analizando su distribución espacial y por grupos sociales. La distribución espacial puede referirse al ámbito internacional, cuando se comparan las diferencias entre la renta de los distintos países, o al ámbito nacional, cuando lo que se compara son las rentas de los de las distintas comunidades. Para España, tiene particular interés la comparación con los países de la Unión Europea. Las amplias diferencias de nivel de riqueza entre los habitantes de los distintos países de la UE resaltan la importancia de estos datos, ya que sirven de base para la distribución de los fondos de cohesión, para compensar las diferencias económicas entre los países de la UE, de los que España se ha favorecido durante décadas. Nuestro PIB por habitante está muy por debajo de la media europea. A partir de 2007, estas ayudas sufrieron un recorte drástico. La incorporación de países con menor renta per cápita, junto con el crecimiento de la renta en España, hicieron que los fondos se desplazaran hacia esos países.
Desempleo y sus causas
El desempleo se produce cuando las personas que desean trabajar por los salarios son más que los que los empresarios están dispuestos a contratar por este salario; es decir, cuando hay exceso de oferta. A la hora de explicar las causas de este hecho, los economistas discrepan. Para el liberalismo económico, el paro se produce porque el mercado de trabajo no funciona libremente. Si los salarios fueran flexibles para bajar o subir en función de la oferta y la demanda, no habría paro. En un mercado flexible, un exceso de oferta de trabajadores haría bajar los salarios, las empresas contratarían a más trabajadores y desaparecería el paro. Según esta teoría, los salarios no son flexibles porque los sindicatos y el Gobierno intervienen en el mercado de trabajo. Los sindicatos buscan mejorar las condiciones de los trabajadores, tratando de impedir que bajen los salarios cuando hay exceso de oferta. Por otro lado, el Estado fija un salario mínimo por debajo del cual los salarios no pueden bajar, limitando así la flexibilidad salarial. El Estado también regula la normativa laboral. La receta del liberalismo para disminuir el paro y flexibilizar el mercado laboral es reducir la intervención reguladora del Estado en el mercado y limitar el poder de los sindicatos para que la oferta y la demanda actúen más libremente. Según la teoría keynesiana, la causa principal del desempleo no está en el mercado de trabajo, sino en el mercado de bienes y servicios. Esto se debe a que el número de trabajadores que necesitan las empresas depende de la cantidad de bienes y servicios que esperan vender en el mercado. A mayor demanda de bienes y servicios, mayor producción y mayor empleo. Si no hay demanda suficiente, las empresas disminuyen su producción y se genera desempleo. En épocas de crisis y paro, el Estado debe convertirse en el motor de la economía y de la creación de empleo.
Tipos de desempleo
Existen varios tipos de desempleo: desempleo friccional o transitorio, desempleo estacional, desempleo cíclico y desempleo estructural. Cada uno se genera por diferentes circunstancias y afecta de manera distinta al mercado laboral.
Medidas para la creación de empleo
La creación de empleo y la protección de los desempleados deben ser objetivos prioritarios de los gobiernos. Para lograrlo, se emplean distintas medidas que actúan sobre la demanda y la oferta de trabajo, así como en la mediación entre ambas. Algunas de estas medidas incluyen potenciar la actividad productiva, fomentar el autoempleo, reducir la jornada laboral, adecuar la formación de los trabajadores a las exigencias del mercado y promover servicios de intermediación laboral.
Impacto del PIB en el empleo
Las estadísticas del PIB subestiman el verdadero nivel de la producción de un país, pues no tienen en cuenta los bienes que no pasan por el mercado, como el trabajo doméstico, el trabajo voluntario, las operaciones de trueque y la economía sumergida. Tampoco distinguen entre productos ecológicos y contaminantes, ni valoran la utilización de los recursos no renovables. Los avances tecnológicos mejoran la calidad de muchos bienes y servicios, pero esta mejora no se refleja en las cifras del PIB. Además, el PIB no considera el tipo de bienes que se producen, sumando alimentos, libros, armas o productos para la salud por igual. Tampoco contempla el mayor tiempo libre que podemos disfrutar gracias a la mejora tecnológica. En la era actual de digitalización, el PIB resulta cada vez más inapropiado para medir la producción y el impacto en el empleo.