2.3. ¿Para quién?
En el mundo occidental los deportes profesionales han adquirido un papel preponderante en la sociedad: por el número de practicantes y de aficionados, de ligas y competiciones, de equipos, por la difusión del deporte…
Este papel preponderante ha sido posible, gracias a la demanda de los aficionados que, en un primer momento, veían los partidos en directo y que hoy mayoritariamente lo hacen por televisión. Pero los aficionados no son los únicos consumidores del deporte. Existen otro tipo de industrias que dependen en gran medida de la existencia del deporte, como son: las grandes empresas que fabrican ropa deportiva, los medios de comunicación deportivos, las apuestas deportivas, las subastas de material deportivo, etc.
2.4. El comportamiento de los clubes y de las Ligas en los deportes profesionales:
Para muchos economistas, los clubes deportivos, en general, se comportan como una empresa maximizadora del beneficio.Diversos autores consideran que los clubes deportivos tienen objetivos distintos de la maximización del beneficio, quizá como consecuencia de la separación entre propiedad y control, entendiendo por propiedad a los accionistas y por control a los managers. Por otro lado, Quirk y El-Hodiri (1974) señalan que el propietario de un equipo de béisbol puede estar deseando maximizar valores como el prestigio o la publicidad y, para ello, ganar partidos más que ganar dinero puede ser el objetivo. La función de utilidad de un club según Sloane (1971) depende de factores tales como el éxito deportivo, la asistencia medida por la media de espectadores, la “salud” de la liga y los beneficios, con la restricción de que los equipos no incurran en pérdidas. El argumento de Sloane (1971) resulta bastante razonable ya que el logro de éxitos deportivos es un objetivo prioritario para su masa social e incluso ante-rior a la propia maximización del beneficio. De hecho, difícilmente podrá un club obtener unos beneficios óptimos si carece precisamente del éxito deportivo. De todas maneras, considerar que los clubes no tienen en cuenta los resultados económicos sería temerario. Por ello, quizá lo más apropiado consista en suponer que los clubes son maximizadores de una función que dependa principalmente de la consecución de determinados éxitos deportivos y que debería tener al menos una restricción consistente en que el club ha de tener beneficios positivos o nulos, pero si incurre en pérdidas éstas han de ser temporales para no poner en riesgo la viabilidad del club a medio o a largo plazo. En lo que se refiere a la estructura del mercado, considerando cada deporte individualmente, se puede pensar que cada Liga es un monopolio puesto que el servicio que ofrece no tiene sustitutivos. Para otros autores el monopolio no explica correctamente el comportamiento de las Ligas. Así, Cairns et al. (1986) argumentan que este comportamiento puede ser explicado mejor con el ejemplo del cártel. En este sentido, hay al menos dos niveles de regulación de la actividad de las Ligas. En el primer nivel, se sitúan aquellas reglas que organizan tanto la estructura de la Liga como la conducta de los clubes individuales. En el segundo nivel, se encuentran aquellas reglas que afectan al contexto deportivo. Tienen mayor interés analítico los controles sobre la estructura de la Liga y sobre la conducta de los clubes.