Industrialización y Crecimiento Económico en España: Un Recorrido Histórico

Etapas y Rasgos Definidores de la Industrialización en España

1. Perspectiva histórica comparada con la evolución europea

Este análisis se puede llevar a cabo gracias a series estadísticas construidas por investigadores. El indicador utilizado para analizar la evolución del crecimiento es la renta real por habitante. El gráfico representa cuatro líneas correspondientes a cuatro países. La serie temporal aborda dos siglos. Se ha calculado la renta per cápita de cada país y se ha realizado la media de la renta per cápita de esos países. La renta de cada país se representa en porcentaje, respecto del valor para los países avanzados.

En 1850, la renta per cápita en Grecia no llegaba a la mitad de la de los países avanzados de Europa. España representaba un 63% aproximado de la de los países avanzados. A partir de la información de este gráfico, podemos extraer tres conclusiones principales:

  1. Persistente retraso relativo de la economía española respecto de los países líderes en el proceso de industrialización; por ejemplo, hasta 1960, la renta per cápita española ha estado siempre por debajo de la mitad de la renta per cápita inglesa. Se puede concluir que la distancia que separaba a España de la renta media de los 15 países que formaban parte de la UE a principios del siglo XXI era aún considerable, de unos diez puntos porcentuales.
  2. La evolución temporal de los niveles de renta per cápita de España es muy similar a la experimentada por otros países periféricos de Europa, en particular Grecia y Portugal, aunque también de Italia. Esta circunstancia nos permite hablar de una vertiente o tipología mediterránea del proceso de industrialización. Pautas comunes en la evolución de su renta per cápita:
    • Estos 4 países tienen niveles de renta inferiores a la media del grupo de países más avanzados.
    • Además, los 4 países han tenido dificultades a la hora de recortar distancias respecto de los países avanzados.
    • El gráfico nos permite observar que la renta per cápita de estos países experimentó un notable impulso tras la Segunda Guerra Mundial.
  3. Entre los factores comunes que explican el menor crecimiento de la renta per cápita y la modernización más lenta de la economía de estos países mediterráneos se encuentra, por ejemplo, su desigualdad en la distribución de la propiedad agraria y, en consecuencia, el empleo de técnicas productivas menos eficientes. También podemos citar la inadecuada organización financiera del Estado, la escasa tradición empresarial que existía en determinados círculos y regiones de estos países y, también, la escasa inversión de estos países en capital fijo, tecnológico y humano. Entre los factores que explican el rápido crecimiento de estos países durante la segunda mitad del siglo XX se encuentra una capacidad similar para aprovechar los impulsos al crecimiento procedentes del extranjero. Entraban en España más remesas de lo que se enviaba, ahora ocurre todo lo contrario, se envían más remesas de las que se reciben. Asistimos a un proceso en el que españoles están emigrando al exterior.

La evolución de la renta per cápita española es diferente de la trayectoria experimentada por el resto de países europeos. Se observa que nuestra renta crece cuando crece también la del conjunto de Europa, y su crecimiento disminuye e incluso cae cuando disminuye también el crecimiento de la renta media europea, aunque sí que se pueden observar una mayor amplitud en las oscilaciones en el caso de la renta española.

3. Rasgos fundamentales al crecimiento de la economía española del siglo XIX

Durante este siglo se eliminaron algunos obstáculos y se establecieron las condiciones necesarias para favorecer la difusión e intensificación del proceso de industrialización de la economía española durante el siglo posterior. Hechos fundamentales acontecidos durante este siglo XIX:

  1. Creación de las precondiciones institucionales para el surgimiento del capitalismo: Consisten básicamente en la aprobación de una serie de disposiciones y normas entre las que se incluyen las siguientes:
    • Desamortización y fin del régimen señorial, lo que trajo consigo la liberación a los bienes vinculados a la iglesia y el Estado.
    • Abolición de la Mesta.
    • Se eliminaron las aduanas interiores y los privilegios gremiales.
    • Se adoptan una serie de normas mediante las que se crean las bases del sistema bancario y societario moderno y se aprueban también normas mediante las que se modifica el sistema tributario.
    Todas estas iniciativas favorecen la libre circulación de las propiedades, bienes, productos, servicios y factores productivos, es decir, trabajo y capital, que a partir de esa fecha van a poder ser negociados en el mercado. A pesar de la aprobación de estas normas, el cambio institucional no se completó hasta el siglo XX. Esta circunstancia limitó el impacto positivo de estas medidas sobre el crecimiento económico español, por esta razón hay autores que culpa a estos factores institucionales del retraso relativo de la economía española durante este periodo, dando lugar a una modernización económica incompleta.
  2. Creación de algunas de las condiciones materiales necesarias para ampliar la capacidad productiva española. Por ejemplo, se empezó a construir la red ferroviaria, además se empezaron a explotar a gran escala los recursos del subsuelo, también empezó a formarse una red de entidades bancarias que eran afines o partidarias a la inversión industrial, y también surgieron ciertas innovaciones en la gestión y organización empresarial. El surgimiento de todas las condiciones materiales no habría sido posible sin la entrada durante este periodo de capital, tecnología y proyectos empresariales procedentes del extranjero, sobre todo de Francia e Inglaterra. Una circunstancia que favoreció la entrada en nuestro país de recursos extranjeros fue la aprobación de determinadas leyes como la ley de ferrocarriles en 1855, la ley de bancos de emisión en 1856 y la ley de Sociedades Anónimas en 1869. Hay autores que consideran que el precio que se pagó por esta inversión extranjera fue excesivamente alto. De manera que hay algunos autores que hablan de la existencia en este periodo de una expoliación de nuestros recursos materiales, sobre todo de los procedentes de la minería, sin que nuestras empresas nacionales pudieran beneficiarse de la transformación de esos recursos. Lo cierto es también que sin esa inversión extranjera no hubiera sido posible construir el ferrocarril en España.
  3. Consolidación del proteccionismo: La causa fue la crisis agraria producida en nuestro país por la masiva importación de cereales procedentes del continente americano (EEUU) y de Rusia. Estas importaciones tuvieron como consecuencia el hundimiento de los precios de cereales, y con ello la caída de las rentas percibidas por los agricultores europeos. Supuso que los cereales importados pudieran entrar a bajo precio en el mercado nacional, lo que perjudicó gravemente a una agricultura española que era ineficiente; esto condujo a la implantación de medidas proteccionistas para la agricultura nacional, pero pronto fueron también otros sectores los que empezaron a reclamar también medidas de protección, como el sector textil o el siderometalúrgico. Este giro al proteccionismo no es exclusivo de España, sino que fue compartido por el resto de Europa. En cuanto a los efectos de este proteccionismo, restara capacidad de crecimiento, aunque también proporcionó cierta estabilidad.

4. Rasgos fundamentales del crecimiento de la economía española en el siglo XX

  1. Extensión y diversificación del tejido industrial que fue debido principalmente a los siguientes factores:
    • La difusión de las innovaciones técnicas propias de la Segunda Revolución Industrial, concretamente el empleo de la tecnología eléctrica, tecnología química y el motor de combustión interna.
    • Se produjo una ampliación de la capacidad inversora de nuestro país, gracias a la repatriación de los capitales procedentes de las colonias españolas en ultramar y al aumento de los flujos de capital procedentes de países europeos, concretamente Francia, Bélgica, Gran Bretaña y Alemania hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial.
    • Mayor movilización de los capitales nacionales gracias a la formación de una gran banca privada que mantenía estrechos vínculos con la industria.
    • Durante esta época, el Gobierno mantuvo una actitud decidida a fomentar la producción nacional mediante la adopción de medidas crediticias, fiscales y administrativas que iban más allá de medidas proteccionistas.
    Desde un punto de vista sectorial, en estas primeras décadas del siglo XX, se consolidan las empresas eléctricas, químicas, de automoción, de construcción de buques y también de construcción residencial, y las empresas dedicadas a las obras públicas. Se desarrolla una amplia gama de empresas transformadoras que van desde la construcción de maquinaria hasta la reparación y construcción metálica. Finalmente, se observa una modernización de las empresas de seguros, telecomunicaciones, de hostelería, transporte, etc. Desde un punto de vista geográfico, Madrid se consolida como la ciudad con mayor presencia industrial, aunque también otras zonas geográficas experimentaron un notable desarrollo industrial como Valencia, Santander, Guipúzcoa, Zaragoza y Valladolid. Durante este periodo, la tasa española de inversión se aproxima a la media europea y proliferan las empresas mercantiles y el asociacionismo patronal.
  2. La Guerra Civil y periodo de posguerra: cortan la fase de crecimiento de la renta per cápita en España. Como consecuencia, se amplía la brecha que nos separaba de otros países europeos en términos de bienestar económico. Esta etapa se caracteriza por un sistema de proteccionismo integral tendente al autoabastecimiento. Se adoptó una combinación de medidas que nos protegían frente a la competencia externa. El motivo fue que las empresas nacionales no pudieron aprovecharse de las ventajas derivadas de la producción a gran escala y de la especialización. A ello hay que sumar las tensiones inflacionistas que genera un sistema de estas características. Nos encontramos ante una de las etapas más negativas para el crecimiento español contemporáneo, ya que además de los propios perjuicios causados por la Guerra Civil española, no pudo sumarse al crecimiento y recuperación que experimentaron los países europeos tras el crack del 29.
  3. Gran expansión y crecimiento en la década de los 50, 60 y principios de los 70: Época de excepcional crecimiento en la que España pasa a situarse entre los países que encabezan el ritmo de crecimiento económico en Europa; durante este periodo, España recorta más de 20 puntos porcentuales la distancia que le separaba de Alemania, Francia y Gran Bretaña, gracias a un crecimiento anual de su renta per cápita superior al 5%. A la década de los 50 se le conoce como “Decenio bisagra” por ser la década que separa a los nefastos años 40 de los brillantes años 60, que siguieron a la aprobación del plan de estabilización y liberalización de 1959. España amplía su apertura comercial y mejora su convergencia con las economías avanzadas, se manifiesta un proceso de cambio económico-social que provoca disminución de la población agraria, creciente urbanización, en la ampliación y diversificación de nuestra industria, y en el inicio del proceso de terciarización propio de las economías modernas y avanzadas.
  4. Desde el fin del franquismo hasta la actualidad: se han alternado en España épocas de expansión económica y de recesión, que eran paralelas a las que se producían en el resto de Europa; durante las tres primeras décadas de este periodo, nuestro país experimentó un crecimiento superior al promedio de los países avanzados, con un crecimiento medio anual de la renta per cápita superior al 2,6%. Se han intensificado los grandes cambios estructurales iniciados ya en la década de los 50, por ejemplo, en el proceso de pérdida de importancia de la agricultura. Se ha profundizado en la apertura exterior e, igualmente, ha habido grandes transformaciones sociales como las que tienen que ver con la incorporación de la mujer al mercado laboral. Esta época supuso un notable crecimiento económico para España; sin embargo, la actual crisis financiera ha puesto de manifiesto que tal crecimiento no estaba construido sobre una base sólida, poniendo de manifiesto la necesidad de que nuestra economía emprenda nuevas transformaciones estructurales.

Crecimiento y Cambio Estructural

1. Principales rasgos del crecimiento económico español

El crecimiento de la renta per cápita de cualquier economía no sigue una trayectoria uniforme, sino que experimenta variaciones cíclicas de amplitud variable. A pesar de estas oscilaciones, es posible dibujar una línea recta que represente la tendencia de crecimiento de esa renta per cápita en el largo plazo. Esta diferenciación es útil porque, de esta manera, podemos estudiar los factores que condicionan la evolución o el crecimiento de la economía en uno u otro caso. Entre 1961 y 2010, los rasgos que han caracterizado la tendencia del crecimiento económico español han sido cuatro:

  1. El crecimiento económico español ha sido superior a la media de los países comunitarios. Nuestro PIB creció a una tasa media anual del 3,1%, un valor que supera en 0,6 puntos a la media europea. Se trata de un dato lógico si se tiene en cuenta que la evidencia empírica internacional muestra cómo aquellas naciones más atrasadas que tienen tasas de ahorro y de crecimiento de la población similares a la de las economías avanzadas van a experimentar mayores niveles de crecimiento. Por esta razón, el crecimiento de Grecia, Portugal e Irlanda en este mismo periodo también ha sido superior a la media europea. Esta considerable expansión del PIB se ha traducido en el hecho de que nuestra renta per cápita se ha multiplicado por 6 en poco menos de medio siglo.
  2. La evolución temporal del crecimiento español sigue una trayectoria similar a la del conjunto de Europa.
  3. Las crisis en España han sido más profundas que en el resto de Europa; en el periodo analizado, se han producido tres crisis de diferente magnitud e intensidad. La primera se produce a finales de los 70, coincidiendo con la crisis del petróleo y también con el aumento de los salarios. La segunda crisis tiene su año central en 1993, que es una crisis más corta de duración y menos intensa. La última es la iniciada en 2007 y está siendo la más intensa y larga de las tres.
  4. Las fluctuaciones experimentadas por nuestra renta per cápita en las etapas de expansión y recesión son más marcadas en el caso español.

2. Principales transformaciones estructurales del crecimiento económico español

Son el resultado de dicho proceso de crecimiento, pero que al mismo tiempo favorece a su continuidad. Las principales transformaciones estructurales son cuatro:

  1. Cambios en la estructura productiva: la agricultura pierde peso relativo en favor de la industria y los servicios. El resultado es un efecto positivo en la renta per cápita por dos motivos: en primer lugar, en las primeras fases del proceso de industrialización, la renta per cápita se incrementa; y, en segundo lugar, ya en etapas más avanzadas del proceso de desarrollo, por el hecho de que la agricultura experimenta un proceso de modernización que se traduce en un aumento de su productividad.
  2. Mayor apertura comercial al exterior: La apertura comercial se puede medir como el cociente de las sumas de las exportaciones e importaciones de una economía entre el PIB de dicha economía. Esta mayor apertura se ve impulsada por la necesidad de beneficiarse de las ventajas de especialización que permite el comercio exterior. En 1960, España tenía niveles de apertura comercial al exterior muy inferiores a la media europea, pero a partir de ese año experimenta un intenso proceso de apertura que le ha llevado a equipararse a economías como la alemana, la francesa y la de Reino Unido. Sin duda, esta mayor apertura ha tenido efectos beneficiosos sobre nuestro crecimiento derivados de la especialización productiva.
  3. Aumento del peso del sector público: cociente del gasto público respecto del PIB. El aumento del peso del sector público ha tenido efectos beneficiosos sobre la distribución de la renta a costa de ralentizar nuestro crecimiento económico. La razón es que la mayor parte del gasto público se ha destinado a transferencias, como por ejemplo pensiones o subsidios de desempleo, en lugar de la formación de estructuras económicas y sociales. Son estas infraestructuras las que tienen un efecto directo y estimulan la productividad del sector privado. En cambio, las transferencias favorecen el consumo más que la inversión, puesto que la mayor parte de ellas están destinadas precisamente a compensar situaciones de necesidad de las familias y pérdidas de poder adquisitivo. Para que este gasto público hubiera tenido mayores efectos sobre el crecimiento, habría sido deseable un mayor impulso a las infraestructuras sociales, ya que estas cumplen una doble función: por un lado, son un mecanismo de distribución de la renta, pero al mismo tiempo afectan de forma significativa a la productividad del sector privado.
  4. Mayor equidad en la distribución de la renta y, además, en sus tres dimensiones: la personal, la funcional y la territorial. Desde la perspectiva funcional, se observa que durante este periodo se ha producido un aumento de una parte del PIB destinado a la remuneración de asalariados, de forma coherente con el proceso de asalarización progresiva característico de las economías avanzadas. También ha mejorado la distribución personal de la renta, es decir, hay menos diferencias entre los que tienen más renta y los que menos a nivel familiar. Desde la perspectiva territorial, la distribución de la renta ha mejorado y es más igualitaria. Esta mejora ha tenido un efecto positivo sobre el crecimiento por haber mejorado la vertebración o cohesión del país y por la mejora de la estabilidad institucional.

3. Determinantes del crecimiento económico

El crecimiento económico se suele cuantificar a partir de la evolución de la renta per cápita o producto per cápita. PIB/POB = PIB/L * L/POB. Este cociente lo podemos descomponer a su vez en el producto de otros dos ratios: el primero indica la productividad y el segundo indica la tasa de ocupación en sentido muy amplio. El aumento de la renta per cápita se puede producir por el aumento de la productividad o por el aumento de la población. No obstante, el crecimiento que se puede obtener no es ilimitado; el aumento de la tasa de ocupación está sometido a una serie de restricciones de carácter natural, social y jurídico. Además, el aumento de la tasa de ocupación va a depender también de que exista necesidad de emplear mayor número de trabajadores; a su vez, esto dependerá de aumentos en la producción. Este aumento de la producción no será necesario salvo que exista la posibilidad de colocar ese aumento de la producción en el mercado. Esa competitividad dependerá de los costes laborales unitarios. En resumen, el aumento de la renta per cápita obtenido en aumentos de la tasa de ocupación está condicionado, en última instancia y en el largo plazo, por aumentos de la productividad.

(Gráfica) 1961-2011: Se observa que el crecimiento de la renta per cápita entre 1961 y 2011 ha estado basado en aumentos de la productividad. En la década de los 90, se observa un cambio de tendencia para España y también para el conjunto de países europeos; estos países aumentan su capacidad para generar empleo, lo que supone algo positivo. Sin embargo, la desaceleración en el ritmo de crecimiento de la productividad es algo preocupante. Por este motivo, resulta de interés conocer los factores que influyen en la mejora de la productividad de una economía. Para ello, nos vamos a servir de una función de producción por medio de la cual se relacionan la cantidad de outputs o producto obtenido con una combinación determinada de inputs o factores productivos; en concreto, vamos a partir de una función de producción de tipo Cobb-Douglas: Y = eλtKαL1-α. Donde Y es la producción, K es el capital y L el factor trabajo; por su parte, α es un parámetro que representa la elasticidad de la producción ante variaciones de capital. Se trata de una función con rendimientos constantes, ya que la suma de los exponentes de los factores productivos es 1, que representa los aumentos de la producción que no son debidos a cambios en el capital o el trabajo, sino a otros factores exógenos que se suponen dependientes del paso del tiempo, como por ejemplo el progreso técnico. Ahora tomamos logaritmos: ln(Y/L) = λt + αln(K/L). Esta expresión nos indica que los aumentos de la productividad van a depender de dos factores: en primer lugar, del aumento del nivel de capital físico por trabajador (aumento de la capitalización); y, en segundo lugar, de λ, que representa el progreso técnico, es decir, el aumento de la productividad general de los factores, siendo el progreso técnico el principal determinante. En definitiva, va a aumentar bien por el aumento de capital físico o bien por la mejora del rendimiento global del proceso productivo (eficiencia). En nuestra economía, el valor de capital físico por trabajador en 1960, a precios constantes de 2005, era 38.000 €/hab, mientras que en 2010, con los mismos precios, ese valor ascendió a los 150.000 €/hab. Sin considerar el progreso técnico, ese aumento del capital por trabajador en nuestra economía habría dado lugar a un valor de la productividad de 23.000 €/hab en 2010. Sin embargo, el valor real de la productividad en ese año fue de 55.000 €/hab; esto permite concluir que el 42% del aumento de la productividad en ese periodo es atribuible al aumento del nivel de capitalización y el 58% restante habrá sido consecuencia de la mejora global del proceso productivo.

Gráfico 4: Una vez finalizado el proceso de industrialización de la economía española, se observa que la contribución del capital físico al aumento de la productividad es cada vez menor. Antes de 1980, el capital físico crecía a unas tasas anuales medias próximas al 5%, mientras que en la primera década del siglo XXI lo hizo por debajo del 1%. Esta evolución puede considerarse normal debido, en gran parte, a la gran dimensión alcanzada por nuestro stock de capital físico y también a la dificultad para aumentar el valor de este stock sin incrementar de forma paralela el peso de la formación bruta de capital tiene sobre sí. En los últimos años, este peso oscilaba al 23%, un valor superior a la media europea. El aumento del nivel de capitalización de la economía española se debe principalmente a cuatro factores:

  • La necesidad de incorporar progreso técnico a nuestra economía, a través de la adquisición de bienes de capital.
  • El crecimiento del factor trabajo respecto del factor capital en determinados periodos de fuertes subidas salariales, lo que llevó al sector privado a sustituir trabajadores por capital.
  • El aumento de la participación en el PIB de actividades industriales y de servicios más intensas en el uso de capital.
  • El impulso a la construcción de infraestructuras gracias a los fondos procedentes de Europa, dentro del marco de las políticas de cohesión que favorecieron a España tras su incorporación en la UE.

Este aumento se ha traducido en aumento de la productividad. El crecimiento basado en aumentos del capital por trabajador tiene rendimientos decrecientes, por lo que en nuestro país el crecimiento se ha hecho más dependiente, al igual que en otras economías avanzadas, del progreso técnico. El problema es que también el ritmo de avance del progreso técnico se ha hecho cada vez más lento. En nuestro país, esta circunstancia es extremadamente preocupante, pues constituye el principal motivo del limitado crecimiento de la productividad en los últimos años. Este nulo progreso técnico sabemos que existe porque el aumento de la productividad en los últimos años es igual o menor al que cabría atribuir al aumento del capital físico por trabajador.

El progreso técnico español se ha basado en cuatro causas principales:

  1. El propio aumento del capital físico por trabajador, ya que la incorporación del capital tiene efectos positivos sobre la destreza de la mano de obra y sobre la capacidad tecnológica de la empresa, y al mismo tiempo supone cambios en la eficiencia de las máquinas y equipos. Además, hay determinados tipos de capital físico que tienen un impacto excepcionalmente alto sobre el PIB.
  2. La mejora del capital humano mediante la educación, el aprendizaje y la experiencia laboral, que ha hecho aumentar el rendimiento por trabajador. Se cree que el efecto directo de la mejora en la formación de los españoles es una cuarta parte de todo el progreso técnico habido en el país.
  3. El aumento del conocimiento científico y, sobre todo, la aplicación de éste a la producción, con el fin de obtener procedimientos más eficientes y bienes y servicios de mayor valor. Este aumento ha procedido principalmente del exterior, mediante la importación de equipos o la contratación de patentes y licencias con empresas extranjeras e, igualmente, mediante la instalación de estas empresas en nuestro territorio, mediante la inversión directa extranjera.
  4. Factores de tipo estructural e institucional, como por ejemplo la mayor apertura al exterior, cambios en la estructura productiva o nuestra preocupación por el control de la inflación. Todos estos factores facilitan el progreso técnico y también el nivel de capital por trabajador.

Para finalizar, hay que insistir en la necesidad de la economía española para reforzar su capacidad tecnológica. Únicamente reforzando esta capacidad tecnológica seremos capaces de lograr un crecimiento sostenido en presencia de dos retos o amenazas: la creciente competencia de las economías emergentes y la drástica reducción de los fondos de cohesión de la Unión Europea.

4. Fluctuaciones cíclicas y desequilibrios macroeconómicos

Las fluctuaciones cíclicas son oscilaciones o variaciones respecto de la tendencia a largo plazo de crecimiento del PIB, que se produce como consecuencia de que los factores de oferta y demanda que impulsan su crecimiento sufren perturbaciones o cambios en su senda normal de evolución. Estos cambios bruscos dan lugar a desequilibrios macroeconómicos como, por ejemplo, la inflación, el desempleo, déficit exterior y déficit público. Por otra parte, las políticas adoptadas para corregir estos desequilibrios también contribuyen a esas fluctuaciones, bien frenando o bien acelerando el crecimiento de PIB. Para analizar tales fluctuaciones, es preciso distinguir, en primer lugar, entre PIB real y PIB potencial. Por PIB real se entiende como aquel que se obtiene efectivamente, mientras que el PIB potencial es aquel que se habría obtenido utilizando toda la capacidad productiva instalada de la economía y a todos los trabajadores disponibles. La diferencia entre el PIB real y el PIB potencial se conoce como output-gap (brecha de output) y se debe precisamente a las perturbaciones mencionadas anteriormente.

Estas perturbaciones pueden ser de dos tipos: de oferta y de demanda:

– En las perturbaciones de demanda intervienen variables como el consumo, la inversión y las exportaciones netas. Produce un desplazamiento de la curva de demanda, y por tanto dan lugar a variaciones en la misma dirección de la producción y de los precios, y un movimiento en sentido contrario del saldo de la balanza corriente. – Las perturbaciones de oferta producen por su parte un desplazamiento de la curva de oferta. En este caso se produce un movimiento en sentido contrario del precio y de la cantidad. Éstas tienen lugar por la intervención de variables como la productividad, la población y los precios. Un aumento de la productividad tiene como resultado un aumento de la producción y una disminución del precio, y en consecuencia en este caso se produce una mejora del saldo de la balanza corriente. En el caso de la economía española las fluctuaciones han tenido lugar por la intervención conjunta de factores de oferta y demanda. En las fases expansivas del crecimiento económico español han tenido más importancia las perturbaciones de demanda, mientras que en las etapas recesivas han predominado las perturbaciones de oferta. Entre los factores de oferta que han tenido influencia en la expansión del crecimiento destaca la apertura comercial al exterior, mientras que entre los factores de oferta que generan efectos restrictivos hay que destacar las subidas salariales y de las cotizaciones sociales como consecuencia de la rigidez del mercado laboral español. Fases de expansión y de recesión de la economía española: – Fases de expansión: ha tenido un papel principal la creciente apertura comercial al exterior, estas fases de expansión siempre coinciden con un hito o acontecimiento relacionado con este proceso progresivo de apertura, por ejemplo en la fase expansiva que tuvo lugar en la primera mitad de la década de los 60 tuvo influencia el plan de estabilización y liberalización de 1959. También se produjo una época expansiva en los años posteriores a la firma del acuerdo preferente de comercio con la comunidad económica europea. Otro ejemplo es la época expansiva que se produjo a inicios de los 90 tras la adhesión de España a la UE y ya en estos años más recientes se produjo una época expansiva tras la adopción

de medidas liberalizadoras entre las que destaca la adopción de la moneda única, el euro. Esta apertura al exterior supuso para España un aumento de su demanda externa también de su demanda interna integrada por la formación bruta de capital y el consumo nacional. 

La formación bruta de capital aumentó porque las empresas se vieron  obligadas a mejorar sus equipos e instalaciones y mejorar la calidad de sus productos para hacer frente a la competencia externa. Por su parte el consumo nacional se vio estimulado por la mejora del poder adquisitivo de la población española. Y también se vio estimulado el consumo por la existencia de una mayor variedad de bienes. Este aumento del gasto fue sostenido e incluso alentado (estimulado) por políticas monetarias expansivas. El resultado del fuerte aumento de la demanda en las épocas expansivas provocó tensiones al alza en los precios y como consecuencia un déficit comercial exterior. Para corregir estos desequilibrios, el Gobierno adoptó medidas a contención monetaria y fiscal que frenaron el crecimiento económico y la creación de empleo. También se optó por devaluar la moneda para establecer la competitividad perdida y recuperar el equilibrio de la balanza comercial. En las épocas más recientes de nuestra economía las fases expansivas se han debido a perturbaciones de oferta de signo positivo y a reducciones en los tipos de interés y aumento de población inmigrante. – Fases de recesión: Éstas han estado vinculadas fundamentalmente a perturbaciones negativas de oferta. Estas perturbaciones han tenido mayor incidencia en España que en otros países europeos, por ejemplo la crisis del petróleo tuvo mayores consecuencias en España por nuestra mayor dependencia energética del exterior, y por las subidas salariales y de las cotizaciones sociales que tuvieron lugar coincidiendo con el proceso de transición democrática. Estas perturbaciones de oferta negativas también se han producido en etapas de recesión más recientes, por ejemplo las subidas salariales se han traducido en aumentos del nivel de desempleo.  Tema 3: Formación de capital 1. La formación de capital fijo en la economía española. En las últimas décadas la economía española ha experimentado un intenso proceso de capitalización, aunque sigue estando por debajo de la media de sus principales socios comerciales. Según las estimaciones realizadas por el Banco de España en el año 2009 el stock de capital por empleado era 16’8 puntos porcentuales por debajo de la media de la eurozona. Esta diferencia entre España y los países de la eurozona es aún mayor en términos de capital productivo que en términos de capital residencial. Centrándonos en

el capital productivo en 2009, éste tenía un valor de 61500€/trabajador de los cuales 21900€ correspondían al capital público por empleado y 39600€ de capital productivo privado. Esto en términos de stock, ahora bien el capital de crecimiento de una economía no solo depende se stock de capital en un momento si no también de su esfuerzo inversor para ampliar y mejorar ese stock. El indicador que se usa normalmente para medir ese esfuerzo inversor es la tasa de inversión que relaciona la formación bruta de capital fijo con el PIB. En el caso de España entre los años 2000 y 2007 se destinó un importante porcentaje del PIB a la mejora del stock de capital. De hecho la tasa de inversión española superaba en un tercio la tasa de inversión de la eurozona. A partir de 2008, la tasa de inversión en España comenzó a descender, aunque siguió siendo mayor que en la eurozona. En este periodo, las partidas que recibieron un mayor flujo de inversión fueron las de viviendas y otras construcciones, de productos metálicos y maquinaria, y la de otros productos en los que se incluye el software. Hay que destacar que el esfuerzo inversor ha superado una quinta parte del PIB español a pesar de la importancia de la inversión en vivienda. Se observa que la tasa de crecimiento de la formación bruta de capital sigue en España una tendencia similar a la tasa de crecimiento del PIB, es decir, los años de mayor crecimiento del PIB son también los de crecimiento de la formación bruta de capital, y a la inversa. De hecho la formación bruta de capital fijo es el componente de la demanda agregada de cualquier economía que más se ve afectado por las fluctuaciones cíclicas sobre todo por la evolución de la producción y el empleo. Esta tendencia en la formación bruta de capital fijo en España es similar a la seguida en la eurozona aunque en España la amplitud de esas oscilaciones es mayor, es decir, en épocas expansivas crece más y en épocas recesivas cae más. 2. La inversión empresarial. Determinantes. La inversión empresarial constituye el principal componente de la FBCF. Se trata de un factor decisivo para el crecimiento de la capacidad productiva de la economía, así como para aumentar la productividad y el crecimiento económico en el medio y largo plazo. La evidencia empírica ha puesto de manifiesto que el aumento del PIB aumenta en el largo plazo el nivel potencial de la FBCF. También el aumento de los tipos de interés reales supone una caída en los niveles de inversión.  Otro factor que es también determinante del crecimiento de la inversión es la facilidad de acceso al crédito, la inversión aumenta cuanto mayor es el cociente entre el volumen de créditos concedidos y el PIB.


La influencia de este factor ha sido mayor en España que en el resto de países de la OCDE desde 1990. Todos estos factores lo que indican es que la existencia de unas condiciones macroeconómicas favorables en forma de aumentos del nivel de renta y reducción de los tipos de interés van a suponer un estímulo a la inversión para las empresas españolas.  Además de estos factores, hay otros que por ejemplo la relación existente entre el precio de los factores productivos, puede conducir a que las empresas aumenten su dotación de de capital para sustituir a trabajadores. La influencia de este factor sobre la inversión no va a ser inmediata si no que se dejará sentir en el largo plazo ya que la elasticidad de sustitución entre capital y trabajo es más bien baja. Otro factor es la capacidad para generar recursos internamente, es decir, la autofinanciación. Va a ser especialmente importante para las empresas que no están participadas por entidades financieras y por las PYMES que su menor tamaño tienen mayor dificultad para acceder al crédito. Finalmente otro factor es la incertidumbre económica o lo que es lo mismo, las expectativas que poseen los agentes económicos acerca del crecimiento futuro de la economía, de la evolución de los tipos de interés y la inflación, y los cambios en el marco institucional. Todos estos son factores que influyen sobre todo en la evolución de la inversión en cualquier economía. Pero en el caso concreto de España también fue determinante la progresiva apertura al exterior y el avance en la integración con Europa.  3. La inversión en infraestructuras. Las infraestructuras ejercen un efecto directo sobre la producción al entrar como un factor productivo más en la función de producción pero también ejercen un efecto indirecto por medio de su influencia sobre los otros factores productivos como el trabajo o el propio capital privado. Las infraestructuras reducen los costes de producción de las demás actividades estimulando nuevos flujos de inversión por parte del sector privado y también aumentos en la producción. Las infraestructuras pueden definirse como la parte del capital público orientado principalmente a las empresas condicionando así la capacidad y funcionamiento del sistema productivo en su conjunto. Tipos, encontramos por ejemplo estructuras ferroviarias, viarias, energéticas, relacionadas con la educación y la sanidad, hidráulicas, de comunicación. Todas tienen unos rasgos comunes, son bienes de naturaleza pública, cuyos efectos exteriores están muy delimitados y que son de difícil sustitución por otros bienes. Todas estas características condicionan que la provisión de infraestructuras se ha realizado


fundamentalmente por el sector público. Según un estudio realizado por la fundación BBVA, a principios de 2006 las infraestructuras representaban el 40% del stock de capital en España. Durante los últimos 25 años el porcentaje del PIB destinado a la inversión en infraestructuras ha dependido de las posibilidades presupuestarias de cada momento, así hemos encontrado años en los que la inversión en infraestructuras ha recibido un notable impulso gracias a las ayudas de la UE, en cambio en contextos de recesión la inversión en infraestructuras se ha recortado como forma de controlar el gasto y el déficit público, como por ejemplo en el momento actual. Las políticas de fomento de las infraestructuras que se iniciaron en nuestro país en 1985 ha tenido como resultado un aumento considerable en la dotación de infraestructuras españolas. La distribución de la inversión por tipo de infraestructuras no ha permanecido constante a los largo de todo este tiempo, así al principio el mayor volumen de inversión fue destinado a las de transporte y a las hidráulicas y a las correspondientes a las corporación locales. Sin embargo en la actualidad estos 3 tipos de infraestructuras se han visto relegadas por las infraestructuras aeroportuarias y ferroviarias, en las que se ha realizado un gran esfuerzo inversor para modernizar como por ejemplo con la puesta en marcha de las líneas de alta velocidad. También se ha incrementado la inversión destinada a la mejora de las infraestructuras relacionadas con la educación y sanidad.  En cuanto a la influencia de las infraestructuras sobre el crecimiento económico muestra la existencia de una relación positiva entre ambas variables, la influencia de las infraestructuras sobre el crecimiento no es solo directo si no indirecto a partir de sus efectos sobre el capital privado y el empleo. En definitiva, las infraestructuras mejoran  la productividad total de los factores y estimulan los flujos de inversión privada contribuyendo a aumentar el capital empresarial y el empleo, lo que a su vez estimula el crecimiento. No obstante se observa también  que este efecto positivo de las infraestructuras disminuye a medida que una economía avanza en su nivel de desarrollo, es decir, las infraestructuras pueden tener rendimientos decrecientes. A pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas a nivel de infraestructuras en España sigue por debajo de la media de la eurozona.  Teniendo en cuenta  todo lo anterior cabe preguntarse acerca de la conveniencia de seguir manteniendo nuestro ritmo de inversión en infraestructuras por varios motivos: – Reducir la inversión en infraestructuras para reducir el déficit público. – Teniendo en cuenta que el impacto de las infraestructuras


sobre el crecimiento varía según la categoría, sería conveniente realizar un análisis coste/beneficio para determinadas infraestructuras. – Un argumento de coste de oportunidad, mediante el cual nos planteamos si no sería más conveniente destinar esos recursos a otros objetivos que sean más beneficiosos. 4. Financiación de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF). El mantenimiento en el tiempo de la tasa de crecimiento de la inversión va a depender de la capacidad de ahorro de una economía. La capacidad de ahorro la representamos mediante el cociente del ahorro nacional bruto (ANB) respecto del PIB. En las últimas décadas la tasa de ahorro de la economía española ha experimentado fluctuaciones cíclicas. El ahorro nacional puede descomponerse en el ahorro privado, es decir, empresas y familias, y el sector público. La evolución del ahorro privado va a depender de las expectativas sobre la evolución de la renta, sobre la evolución de los tipos de interés, de las expectativas acerca del nivel de producción esperado. El ahorro público por su parte, estará en función de las decisiones discrecionales de política fiscal que se adoptan en un momento dado y también de la fase del ciclo en la que se encuentre la economía. La diferencia entre el ahorro nacional y la FBCF (inversión) va a determinar la capacidad o necesidad de financiación de la economía. Según el gráfico anterior, desde  la década de los 90, la inversión española ha sido superior al ahorro nacional y ha sido necesario acudir a financiación externa. Esta necesidad de financiación ha ido en aumento desde 1997 debido  a que la tasa de inversión ha crecido a más velocidad que la tasa de ahorro. A partir de 2007, esa diferencia ha empezado nuevamente a reducirse  con la aparición de la actual crisis. El progresivo aumento de la necesidad de financiación de la economía española entre 1997 y 2007 se debe al comportamiento de las sociedades no financieras. El ahorro empresarial, ha tenido desde 1995 una tendencia decreciente que no se cortará hasta 2008. Por lo que respecta al ahorro público, éste creció de forma continuada entre 1997 y 2007, lo que le permitió reducir su necesidad de financiación e incluso llegar a tener superávit en 2005. Esta tendencia se corta radicalmente en 2008 con el estallido de la crisis, fecha a partir de la cual las administraciones públicas empiezan a tener tasas negativas de ahorro. Finalmente las familias vieron aumentar de forma progresiva su necesidad de financiación hasta 2007. Esta tendencia se corta también cuando empieza la crisis, empieza a aumentar el ahorro y se reduce drásticamente su inversión. En 2010 se aprecia una nueva disminución de  


la capacidad de financiación de las familias como consecuencia de su disminución de la renta y del aumento de su consumo. La necesidad de financiación de la economía española durante este periodo se cubrió con fondos procedentes del exterior. La obtención de recursos financieros del exterior se vio favorecida por la liberación de movimientos de capital, la internacionalización de las empresas españolas, el desarrollo de nuestro sistema financiero y por la integración económica y monetaria. El inicio de la crisis en 2007 alteró las decisiones de inversión y ahorro de los agentes españoles.  Tema 4: Innovación y cambio tecnológico1. Aspectos conceptuales y analíticos de la innovación y el cambio tecnológico La innovación tecnológica era o había sido un elemento clave en el aumento de la productividad total de los factores de las economías desarrolladas. En España el progreso técnico ha sido también un factor muy importante de nuestro crecimiento económico. Junto con el progreso técnico, el aumento del nivel de capitalización de nuestra economía  también ha contribuido a impulsar el crecimiento en España, puesto que con este aumento de la capitalización bajo la forma de nueva maquinaria y equipo productivo, también se ha introducido progreso tecnológico.  Qué se entiende por tecnología: – En primero lugar la tecnología no es información sino conocimiento, es decir, no es lo que se transmite sino lo que se aprende. Por tanto, la tecnología implica un esfuerzo y un coste. – La tecnología es por otro lado un conocimiento específico que poseen tanto las personas como las organizaciones.  – Finalmente se trata de un conocimiento acumulativo en el tiempo, es decir, las empresas serán capaces de innovar en función de su experiencia acumulada en el trascurso de los años. Las fuentes de aprendizaje tecnológico son muy variadas, así junto con las tradicionales actividades de I+D se incluyen otras como la propia experiencia, la incorporación de maquinaria o la interacción con otros agentes, entre los que se incluyen por ejemplo otras empresas, universidades y centros de investigación, e incluso las relacionadas con clientes y proveedores pueden representar una fuente de aprendizaje tecnológico. La tecnología es un factor clave para la competitividad de cualquier economía, tanto desde el punto de vista macroeconómico como microeconómico. Desde el punto de vista macro el crecimiento de una economía y sus posibilidades de comercio internacional están en función de su capacidad para introducir innovación tecnológica. Desde el punto de vista micro, la tecnología constituye uno de los activos intangibles más


estratégicos que poseen las empresas para mejorar su nivel de competitividad.  La innovación tecnológica no se da de manera aislada, se encuadra dentro de un complejo sistema de relaciones en el que las empresas ocupan un lugar central, por ser ellas quienes se encargan en última instancia de la introducción de nuevos productos en el mercado, de la implantación de nuevas formas de producción, así como de nuevas estructuras organizativas. Dentro de este sistema de relaciones se pueden distinguir tres niveles concéntricos: – El primero son capacidades tecnológicas de las empresas, que han sido acumuladas a lo largo del tiempo en un proceso en el que han intervenido factores internos  a la empresa y externos a ella.  – El segundo son otros elementos de la empresa como por ejemplo sus funciones financiera, comercial y de recursos humanos, estos elementos permiten concretar el potencial innovador. – El tercer nivel lo representa el sistema de innovación al que pertenece la empresa que está formado por dos tipos de organizaciones, el primero lo componen aquellas empresas que intervienen directamente en la innovación de la empresa, mientras que el segundo conjunto está integrado por aquellas instituciones que tienen una relación menos directa con la innovación desarrollada en la empresa.  Formas existentes para medir la información: son las estadísticas de I+D y los datos de patentes. Las estadísticas de I+D están más orientadas hacia los recursos empleados en la innovación, mientras que los datos de patentes se orientan más hacia los resultados obtenidos de dicha innovación. Recientemente se ha empezado a elaborar encuestas de innovación en los países de la OCDE, sobre todo  países de la UE. Estas encuestas tienen como objetivo obtener una información más amplia sobre el proceso tecnológico de las empresas. También que la UE ha intentado impulsar la información disponible que puede estar relacionada con la innovación empresarial agrupándola en un panel European Innovation Scoreboard. Este cuadro europeo de innovación incorpora datos sobre la educación superior y sobre el impacto económico de la innovación. 2. Generación interna e importación externa de tecnología en la economía española. El desarrollo económico de España ha estado caracterizado por nuestra debilidad para generar los inputs tecnológicos necesarios a lo largo de nuestro proceso de industrialización, en especial durante el fuerte crecimiento industrial experimentado en los 60 aumentó la demanda de recursos tecnológicos, por desgracia la debilidad de nuestra economía para generar internamente tales recursos consolidó 


nuestra dependencia exterior de cara a obtenerlos mediante la importación. Una vez iniciado el periodo democrático, se adoptan una serie de cambios que intentan paliar esa situación, así se puso en marcha el centro para el desarrollo tecnológico e industrial (CTI), se aprobó también la ley de reforma universitaria y sobretodo la ley general de fomento  de la actividad científica y el desarrollo tecnológico, y también se aprobaron sucesivos planes de I+D. Se observa que existe un brecha considerable en cuanto a los recursos que se destinan como media en la UE de los 15. Solo ya iniciado el siglo XXI nuestro país consigue rebasar el nivel del 1%. También se observa que la situación de España está muy alejada de la que presentan las economías escandinavas. Tres economías representativas de Europa como son Alemania, Francia y Reino Unido presentan también mejores indicadores que nuestro país. Evolución del esfuerzo tecnológico español en las dos últimas décadas, en primer lugar se observa que la proporción de los gastos en I+D respecto del PIB ha tenido una evolución positiva. En segundo lugar, a pesar de esa evolución positiva sigue existiendo una diferencia considerable de España respecto del conjunto europeo pero sobretodo respecto de los países más dinámicos en términos de innovación. En definitiva se comprueba que España se mantiene entre las economías avanzadas que presentan una situación desfavorable en este ámbito. Este escaso esfuerzo en I+D de nuestra economía se ha traducido como vimos en el tema 2 en un crecimiento 0 de la productividad total de los factores. Desde el punto de vista de los indicadores de resultado, la situación española es igualmente desfavorable, es más, si analizamos el dato de número de patentes por millón de habitantes la distancia entre nuestro país y Europa es aún mayor. Otro indicador que también aporta información acerca del estado de la tecnología en nuestro país es el saldo de la balanza de pagos tecnológica, que se obtiene como diferencia entre ingresos y pagos por royalties. La economía española presenta en esta balanza un saldo negativo, el tercer peor resultado de los países que forman parte de la OCDE, cuando lo normal para una economía desarrollada es tener superávit en esta balanza. La economía mundial se ha caracterizado en los últimos años por la creciente internacionalización de la tecnología y por tanto también por un aumento del comercio internacional de bienes y servicios tecnológicos. Esto ha dado lugar a un aumento de las exportaciones e importaciones de tecnología en el conjunto de países de la OCDE. El problema español consiste en que nosotros ya partimos de una situación


desfavorable, de forma que el saldo negativo de nuestra balanza tecnológica no puede atribuirse única y exclusivamente a esta internacionalización de la tecnología.  Las consecuencias derivadas de la mayor o menor importación de tecnología van a depender de la fase de desarrollo en la que se encuentre cada economía. Cuanto mayor es el nivel de desarrollo mayor será la capacidad de absorción de los conocimientos tecnológicos. La economía española por su nivel de desarrollo posee ahora una mayor capacidad de absorción  lo que justificaría la posibilidad de combinar los dos métodos de obtención de tecnología: generación interna e importación del exterior. En primer lugar se observa que el esfuerzo inversor en I+D de la economía española es menor que el de la media europea y se observa también la menor participación del sector empresarial o privado en este esfuerzo global o total, escasez de fondos de inversión adecuados para llevar a cabo este tipo de actividades de innovación, como son los fondos de capital-riesgo. Desde el punto de vista de los resultados vamos en primer lugar, el menor número de patentes en España que en Europa, y en  segundo lugar también hay que destacar la escasa presencia de España en el comercio internacional de bienes y servicios de alta tecnología.  Si queremos profundizar un poco más en las diferencias sectoriales por contenido tecnológico, podemos utilizar el índice de ventaja tecnológica relativa: MDiAIADs=

 . Este índice puede tomar valores mayores o menores a 1. Un valor mayor que uno indica que la posición relativa de ese país en el sector i es mejor que en términos medios para el conjunto de sus sectores. En definitiva si este índice es mayor que 1 diremos que el país tendrá ventaja tecnológica relativa en ese sector.  Entre 1970 y 2000 podemos agrupar a los sectores industriales de la economía española en tres categorías: 1. sectores de mayor ventaja tecnológica relativadonde se encuentras la industria farmacéutica y la industria de maquinaria, aparatos, vehículos y motores. 2. sectores donde también existen ventajas aunque de menor intensidad como el sector de la química orgánica y el del transporte, excluyendo la fabricación de aeronaves.


3. sectores donde existen claras desventajas, como el sector de tecnología de la información, el resto del sector químico, construcción de aeronaves y en el sector del caucho y plásticos. 3. Actividad innovadora de las empresas españolas. Podemos recurrir al cuadro de indicadores europeos sobre innovación. Por lo que respecta a los indicadores de esfuerzo en innovación, los resultados muestran el retraso de las empresas españolas respecto de las europeas. Los recursos dedicados por las empresas españolas a la innovación son muy inferiores al promedio europeo. En términos de innovación organizativa, nuestras empresas presentan también una situación desfavorable, por ejemplo en términos de cooperación empresarial o menos innovación interna. Por otro lado, los indicadores de resultado la situación que muestran es incluso más desfavorable, las empresas españolas no solo invierten menos en I+D, sino que además los escasos recursos destinados a la innovación se utilizan de forma menos eficiente. Finalmente en términos de resultados económicos derivados de la innovación se observa que nuestras empresas tienen grandes dificultades para obtener ventajas competitivas basadas en la tecnología, así por ejemplo nuestras exportaciones de alta tecnología respecto del total de las exportaciones es tan solo el 26% del valor europeo. Como resumen, el mal comportamiento de la economía española en el ámbito de la innovación tecnológica se fundamenta en una serie de factores: 1. En la menor proporción de empresas españolas que realizan innovación. 2. Menor cantidad de recursos destinados a la innovación por parte de esas empresas.3. La innovación realizada por las empresas españolas es básicamente de tipo incremental. 4. La menor renovación de los productos y procesos productivos de nuestras empresas.

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