Pensamiento Económico Socialista y Marx: Origen, Crítica al Capitalismo y Teorías del Valor

Pensamiento económico y socialismo y K. Marx

Contexto histórico

El movimiento obrero fue la otra cara de la moneda del desarrollo del capitalismo y, en particular, de la Revolución Industrial. Al mismo tiempo que surgieron las ideas que justificaban y ensalzaban el mercado libre, que provocaba el enriquecimiento de la burguesía, surgieron las ideas que intentaban buscar una explicación y una solución a la miseria que se generaba en las clases trabajadoras y perdedoras en general. Fueron estallando confrontaciones – revoluciones a veces- en toda Europa, en dos grandes oleadas: una entre 1808 y 1848 y otra en 1867-69. Las utopías que buscaban organizar la sociedad de un modo armónico, en el que hubiera un “orden justo” que diera lugar a una sociedad no conflictiva, procedían ya del Renacimiento y las reformas del Cristianismo, como fue el caso de la “Utopía” de Tomás Moro (1478-1535) y se basaban, de una forma u otra, en la realización en la tierra del mito del “cuerpo místico de Cristo”, bajo la autoridad de una Iglesia renovada. Con el movimiento obrero activo y organizado, se revitalizaron aquellas teorías en medio de la Revolución Industrial y la dominación intelectual del liberalismo y surgieron formulaciones novedosas al respecto, entre las que destacan:

Socialismo Utópico

1) Saint-Simon (1760-1825): Creía en la armonización de los intereses de empresarios y obreros, considerando miembros no útiles para la sociedad a los terratenientes. La sociedad debería organizarse al estilo de una empresa, con una clase dirigente formada por los capitalistas, los técnicos y los científicos (los llamados industriales) en la que se suponía había una mentalidad “meritocrática” y los trabajadores obtendrían una mejora gradual de sus condiciones de vida, gracias a las ganancias en eficiencia conseguidas por la continua aplicación de avances tecnológicos. Esto implicaba una planificación centralizada de la producción.

2) Charles Fourier (1772-1837): Partía de la visión roussoniana del “buen salvaje” (lo que hace malo al hombre no es su condición natural, sino las condiciones y convenciones sociales y las instituciones con las que vive) considerando que había que permitir a los individuos realizar libremente sus inclinaciones naturales y, de esta manera, se organizarían espontáneamente de forma armoniosa: el consumo se reduciría espontáneamente a lo esencial, el trabajo se organizaría en pequeñas comunidades y los bienes se distribuirían según las aptitudes y deseos individuales.

Como vemos, estas dos utopías parten de visiones opuestas del hombre. Saint-Simon desprecia la libertad y propugna por ello la organización planificada y centralizada de la economía. Fourier desprecia la igualdad económica, pues no tiene en cuenta la “desigualdad natural” de necesidades y aspiraciones individuales. Estas dos ideas marcarán los rasgos del socialismo posterior: la planificación y la sociedad libre de explotación y organización política (anarquismo).

Teorías económicas socialistas

Sismondi (1773-1842): Era un crítico del “laissez faire”, que según él llevaba a la explotación de los obreros por los capitalistas y también de la “Ley de Say” porque la distribución desigual de la riqueza generaba un exceso de producción invendida. Su ideal era una sociedad de pequeños productores y un fuerte impuesto sobre la herencia, para evitar, por acumulación, su desorganización.

H. Proudhon (1809-1865): Seguía las ideas de Fourier, pero predicaba no la abolición de la propiedad privada, sino sus excesos, aspirando a construir una economía basada en cooperativas y la existencia de crédito gratuito.

Karl Rodbertus (1805-1875): Creía, siguiendo a S. Simon, en un socialismo estatalista, en el que la desigualdad se eliminaría mediante la tributación y la regulación de los precios.

Godwin (1756-1836): Era de la tendencia libertaria: consideraba ilegítima la propiedad privada, pues su único fundamento era el derecho que le otorgaba el Estado. Según él, habría que suprimir a ambos.

R. Owen (1771-1858): Era intervencionista. No reconocía en el hombre una inclinación natural a la libertad y por eso consideraba que su carácter sólo podía modificarse en el sentido de hacerlo “un buen ciudadano” mediante la educación, organizándose el Estado para ello. Como S. Simón, pensaba que la sociedad debía organizarse en torno a la fábrica, pero en forma de cooperativas. Los bienes deberían intercambiarse en función del trabajo contenido. El gobierno debía de ser prerrogativa de los ancianos y todas las diferencias sociales se deberían hacer en torno a la edad.

Socialistas ricardianos afines

Las visiones cooperativistas de Proudhon y Owen inspiraron un amplio movimiento en tal sentido en Inglaterra y desde 1820 un activo movimiento sindical, que influyó más tarde en el “Cartismo”. Algunos economistas ricardianos se incorporaron al movimiento “owenista” (W. Thompson, J. Gray, F. Bray). Aceptaban la teoría del valor-trabajo, pero consideraban, a diferencia de Smith, que el capitalismo no era el “orden natural del mundo”, sino un sistema artificial basado en la negación al trabajador de su derecho al producto de su trabajo. La competencia entre los trabajadores echaba hacia abajo los salarios, haciéndolos así inferiores al “valor del trabajo”. Distinguían, así, un precio natural de las cosas, que era el del trabajo contenido, del precio social, que es el que rige en la sociedad, en función del trabajo demandado. Algunos, como Hodgskin, se oponían a la idea de Say de que no podía haber crisis de “superproducción” generales, considerando que el sistema crediticio agravaba las fluctuaciones económicas. Un pensador situado tanto fuera del socialismo como del “ricardismo”, Richard Jones (1790-1855) criticó el método axiomático y apriorístico ricardiano, planteando la necesidad de matizar las generalizaciones teóricas con la observación histórica (siendo pues un predecesor de los “economistas históricos alemanes”). Para él, el estudio de la economía debía ser una especie de “anatomía económica”, llegando a la conclusión de que las leyes ricardianas sólo eran válidas para una sociedad capitalista y consideraba que el capitalismo era una “fase de la evolución de la industria”.


Karl Marx

Karl Marx (1818-1883) logró sintetizar muchos de los elementos de crítica de los pensadores socialistas, pero partiendo de la aceptación, como instrumento de análisis, del pensamiento económico clásico. Aunque consideraba que la visión smithiana y ricardiana servían para justificar el punto de vista e intereses de la burguesía, consideraba válido su “aparato analítico”. Por ejemplo: El excedente económico, como base del crecimiento económico, La idea de que es la división del trabajo y la eficiencia resultante de la misma en productividad, el mecanismo del crecimiento del excedente económico, El mercado como forma de constitución de los precios, La teoría del valor trabajo.

Pero hacía tres críticas de base al modelo clásico:

1) A su juicio no era capaz de explicar el verdadero origen del beneficio. Éste no debería ser considerado un residuo, ni la remuneración de un salario del capitalista, pues su origen era la explotación del trabajo: la expropiación por los capitalistas de parte del valor creado por los trabajadores/ 2) El capitalismo era un “sistema histórico”, pues ni existió siempre, ni era el sistema que existiría siempre. Podía haber otras formas “sociales” de producir excedente y distribuirlo. En el sistema capitalista “los medios de producción se convierten en capital y, por tanto, quedan todos en manos de los capitalistas. Habría que poner el capital en manos de los trabajadores para volver a la forma natural de una humanidad igualitaria/ 3) Los clásicos centraban su atención en las relaciones de intercambio y así los sujetos (todos los intercambiadores de algo – tierra, capital, trabajo) aparecen como iguales y todos beneficiándose. Marx al centrar su atención en la relación social que liga el capital al trabajo, en lugar de en la “circulación de los bienes” se fija especialmente en los mecanismos que regulan la producción del excedente y su distribución entre salarios y beneficios. Explotación y valor: Para Marx era clave la diferencia entre valor de uso y valor de cambio del trabajo. Teniendo en cuenta que el trabajo no es una mercancía como las demás, puesto que crea valor. En el mercado libre, convertido el trabajo en una mercancía más, su valor (de cambio) se establece de igual forma que el del resto de los factores productivos: en la teoría macroeconómica clásica, mediante el coste de producirlo, o su valor de reposición, que da lugar a que su pago con el salario de subsistencia sea un “precio justo”. Pero como en una economía capitalista, el producto del trabajo corresponde al que lo compra con el salario (el capitalista), éste se queda con el valor total que ese trabajo ha producido (explotación). Esa diferencia entre el valor de cambio y el valor generado por el trabajo (su valor de uso) es la plusvalía, que es la forma que toma el excedente económico en el sistema capitalista. Y todo se ha realizado según las reglas del mercado, aparentemente iguales, justas y naturales; cuando, por el contrario es todo un sistema social, jurídico y cultural para justificar esa expropiación. PIB, Plusvalía y formas de ésta: Para Marx, el excedente (equivalente a lo que hoy llamamos PIB) es la plusvalía del trabajo y sólo eso. El producto neto es el trabajo empleado directamente (“vivo” o en el año) y el resto es plusvalía acumulada, que aparece en forma del capital aportado a la producción por el capitalista (Por ello entendía que el capital era un robo). La plusvalía por otra parte no era algo surgido con el capitalismo. En él toma la forma de beneficio y se obtiene mediante esa forma de pagar el “precio de mercado” del trabajo, pero quedándose el capitalista con su resultado. En otros sistemas históricos anteriores (por ejemplo, el Feudalismo) tomaba la forma de “tributos”, “cargas señoriales”, “diezmos”, etc. La plusvalía, tasa de explotación, o plustrabajo (términos indiferentemente utilizados por Marx) se anularía si los trabajadores dedicaran toda la jornada laboral a trabajar para sí mismos. Transformación de valores en precios: Marx criticaba a Ricardo por no haber entendido, a su juicio, el motivo por el que las mercancías no se intercambian en base al valor trabajo. Para Marx las mercancías se intercambiaban a los precios de producción determinados de forma que garanticen una tasa de beneficio uniforme en las distintas industrias (en caso contrario las inversiones cambiarían de unas a otras) y de esa manera “microeconómicamente” el coeficiente entre los precios de producción de las mercancías en una industria no coincide con el coeficiente de trabajo incluido en ellas. Y también los precios divergen de los valores trabajo porque las técnicas con las que se producen las mercancías son distintas./ Ahora bien, en términos “agregados” (macroeconómicos) las variaciones en precios no podían divergir de los valores (porque en el intercambio de todo, la suma de beneficios y salarios se intercambia por el excedente). De tal modo que las valoraciones en precios era válida para medir el producto bruto. Así, Marx consideraba que las valoraciones en precios conducían únicamente a redistribuir el valor total entre los distintos sectores, y dedujo que la tasa de beneficio total debía poder calcularse, una vez conocida la técnica y el salario real, sin necesidad de conocer los precios. Podría aplicarse a los costes de producción de cada industria y así los valores se “transformarían” en precios. En suma: La valoración en trabajo contenido es independiente de la distribución de la renta y, en consecuencia, no es una valoración correcta. Equilibrio, Ley de Say y crisis: Marx, aunque con un lenguaje propio, partía en principio de una idea muy similar a los clásicos, principalmente Say, en el tema del equilibrio de la economía. Para él, considerando precios de producción, una economía estaría en equilibrio cuando los niveles de producción garantizanque se cubre toda la demanda agregada por las rentas (aquí ya usado este término en el sentido macroeconómico moderno) pagadas para realizar esa producción. Él llamaba a esto equilibrio de reproducción.Considerando una economía con dos sectores productivos (bienes de consumo y bienes de capital) la condición de equilibrio de reproducción requiere que parte de los bienes de consumo no demandados por los trabajadores y capitalistas de ese sector tiene que serlo por los del de bienes de capital y viceversa. Los precios que operan en este mecanismo son “objetivos”: dependen sólo de las técnicas utilizadas y la distribución de la renta. Y de esta manera rige la “Ley de Say”. Pero Marx consideraba que ese equilibrio se consigue sólo por azar, siendolo normal el desequilibrio producción-demanda, porque los precios que rigen son los de mercado y las demandas no coinciden con las ofertas. ¿Leyes de oferta y demanda?: Aunque Marx se refería habitualmente al “salario” como un precio regido por las leyes del mercado, en la práctica no creía que éste estuviera formado exclusivamente por las leyes de la oferta y la demanda libres . Al contrario, para él el salario era la resultante de una negociación colectiva (forma ordenada de lucha de clases entre obreros y capitalistas) que hace que el salario oscile en torno al salario natural o de subsistencia pero que no se sitúe necesariamente en él. En el largo plazo pues, la tasa de beneficio de los capitalista dependerá de la capacidad que tengan de substituir a los trabajadores por máquinas. Que ello se haga o no totalmente dependerá de la fuerza de los sindicatos. Marx consideraba que éstos serían lo suficientemente fuertes como para impedir una caída de los salarios, pero no una disminución de la cuota de salarios (lo que representan los salarios en el output total) o de impedir el aumento de la tasa de explotación. Esto haría crecer el ejército de reserva, que haría descender el salario al tiempo que el progreso técnico y el aumento de la productividad, que haría evolucionar la economía capitalista según cuatro leyes. Leyes del movimiento de la economía capitalista: Ley de la miseria creciente de los trabajadores, derivada de que los empleados con trabajo mejoran sus condiciones de vida porque al aumentar el progreso técnico mejora su salario real, pero su situación con respecto a la clase capitalista empeora al disminuir la cuota de salarios y se incrementa la sujeción de los trabajadores al poder del capital// Tendencia de la tasa de beneficio a caer porque es función creciente de la tasa de explotación y decreciente de la composición orgánica del capital. Aunque el proceso de mecanización haga aumentar la tasa de beneficio después de cada oleada de innovaciones, a largo plazo la haría bajar, ya que disminuye el tamaño del pastel en relación al capital invertido para producirlo. Es decir, consideraba que hay una tendencia inevitable a disminuir el coeficiente producto/capital /Las crisis tienden a hacerse cada vez más acusadas: a igualdad de aumentos salariales, cada crisis presupone una mayor tasa de beneficio por lo dicho en el punto anterior/Para compensar la caída de beneficios, los capitalistas intentarán aumentar la dimensión de la empresas y ello llevará a la concentración y centralización del capital. Pero ello ya prepararía el paso a una economía planificada//En conjunto, todo esto acabaría con el sistema capitalista, con la anarquía de la producción y con la explotación: derivaría en un nuevo sistema en el que cada cual sería remunerado en función de su contribución productiva (socialismo) primer paso para el comunismo. Los aspectos monetarios del ciclo en Marx: Aun cuando hemos visto que para Marx el ciclo económico tiene un origen en la economía real, consideraba que el funcionamiento del sistema monetario podía amplificar sus efectos. Para él, siguiendo a Thorton, la cantidad de moneda y su velocidad de circulación dependen de las necesidades de transacciones (no creación “autónoma” de dinero). El ajuste entre oferta y demanda monetarias se realiza mediante variaciones en la reserva líquida (atesoramiento) que aumenta en las fases de contracción. Esto quiere decir que la adaptación a las necesidades de las transacciones se hace básicamente mediante variaciones en la velocidad de circulación. Pero Marx considera también que tal adaptación se hace igualmente mediante la modificación “voluntaria” de la cantidad de dinero a través del crédito. Este, impulsado por las perspectivas de la tasa de ganancia, crece en las fases de expansión y acelera la fase de crecimiento económico, en lugar de frenarla, lo que produce el endeudamiento de los capitalistas y aumenta el riesgo bancario.//Cuando el ciclo inicia la inflexión a la baja por el aumento de los salarios y la disminución de los beneficios, la demanda de crédito se mantiene y aumentan los tipos de interés. El cambio de ciclo llega cuando los especuladores empiezan a vender y en consecuencia los precios y los beneficios caen drásticamente, produciéndose una crisis de realización por la caída de las ventas y la carestía del dinero (crisis de liquidez) produciéndose quiebras, etc → fondo de la crisis./ Desde el fondo, una vez que las empresas menos eficientes han sido expulsadas del mercado y los obreros han tenido que moderar sus pretensiones, se dan las condiciones para una recuperación de la producción y al mismo tiempo se habrán acumulado grandes reservas líquidas (capital monetario latente) y una nueva expansión del crédito.///Es indudable la “modernidad” de esta teoría. Marx fue un innovador, incorporando dos principios que le hicieron un precursor de Keynes en este asunto: 1) Considerar el stock monetario total , 2) El tipo de interés se considera un precio, pero de una mercancía que no posee un “precio normal” (de producción) en torno al que oscilar:

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