Equilibrio Monetario: Liquidez, Crecimiento y Control de Precios

Equilibrio entre Liquidez, Crecimiento y Control de Precios

Existe una diferencia fundamental entre los objetivos de los bancos centrales. Mientras que el Banco Central Europeo (BCE) tiene como mandato explícito el control de la inflación, se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) también se ocupe del crecimiento económico. Sin embargo, todo banco central busca un equilibrio entre controlar la inflación y proporcionar la liquidez necesaria para impulsar el crecimiento económico.

John Taylor resumió el comportamiento de los bancos centrales en una regla, estableciendo que la fijación de los tipos de interés por parte de estos estaría determinada por una expresión como la siguiente:

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Taylor asignó un valor de 0.5 a α y β, indicando que el mecanismo que utilizaban los bancos centrales para fijar sus tipos era añadir o reducir 0.5 puntos por cada punto en que la inflación o el crecimiento se desviaran a la baja de sus objetivos y potencial. Las ponderaciones α y β medirían, para otros valores, el énfasis que se pone en el control de la inflación (α > 1) o en el crecimiento y el empleo.

Algunas de las variables de la fórmula no son de lectura ni cálculo inmediato, ya que el concepto de tipo de interés neutral ha de calcularse, aceptando que hay un tipo real ajustado al ciclo que no afecta al crecimiento ni a la inflación, y sobre todo que hay un crecimiento potencial que tiene la economía en condiciones de equilibrio de oferta y demanda. Además, el producto potencial cambia en el tiempo dependiendo de la disponibilidad de mano de obra y los incrementos de productividad. La filosofía tras este concepto es que cuando el producto corriente está por debajo del potencial, hay lugar para una política monetaria expansiva, sin que sea inflacionista; y al contrario, en caso de que el producto corriente se sitúe sobre el potencial.

La idea es buena, ya que, de hecho, los bancos centrales tratan de anticipar posibles movimientos inflacionistas y evitar caídas innecesarias de la actividad productiva.

La Inflación de Activos

Las subidas de precios en los mercados de títulos, así como en la vivienda, se han considerado fuentes potenciales de aumento del consumo, debido a la mayor capacidad de gasto que proporcionan a familias y empresas.

La elevación del precio de las acciones e inmuebles aumenta la riqueza de las familias, y si se convierte en algo sostenido en el tiempo, dentro de una hipótesis de renta permanente, puede valorarse como un aumento patrimonial no temporal. También el aumento de la capitalización bursátil hace más fácil a las empresas captar recursos de capital para la inversión.

Los bancos centrales han sabido desde hace tiempo, aunque este conocimiento no haya formado parte de sus decisiones prácticas, que la inflación de los activos puede tener consecuencias similares a las de la inflación en el precio de bienes y servicios, en cuanto a distorsionar la formación de precios relativos en el mercado.

Cualquier índice de precios al consumo de países con peso internacional que observemos para un periodo reciente no guarda correlación con los precios de los activos, pues la inflación sigue una línea descendente, como consecuencia de las exportaciones baratas de productos industriales desde las economías, principalmente del sudeste asiático y China, que dieron lugar a una economía mundial con inflación muy baja; el acceso globalizado a los recursos de mano de obra también eliminó potencial inflacionista de los salarios.

Se observa una relación estrecha entre un índice de precios que pondera también los efectos del incremento en la vivienda y bolsa, y el agregado monetario, el efecto sobre el índice de precios al consumo solo sería posterior y derivado del incremento del dinero.

La cadena de efectos sería la siguiente:

Cuadro de texto: Índice de precios donde pondera la vivienda como activo y  la bolsa

Cuadro de texto: Tiene efecto y se correlaciona con el agregado monetario

Cuadro de texto: El agregado monetario influye a largo plazo en los precios al consumo

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El efecto financiero que se produce en una situación de bajos tipos de interés y sin incrementos de precios al consumo, es de fuertes posiciones de liquidez que buscan su camino hacia inversiones en renta fija, bolsa e inmuebles, adquisición de empresas, aceptando rentabilidades relativamente bajas en relación al riesgo que toman.

Está claro que los bancos centrales no se han preocupado por la inflación de activos, ya que no encontraban evidencia empírica de que la misma se trasladara efectivamente a los precios al consumo. Tradicionalmente, han argumentado lo siguiente:

  • Determinar que hay inflación en el mercado de la vivienda, bonos o bolsa, supone valorar estos activos de manera diferente a como lo hace el mercado.
  • Los bancos centrales no disponen de un instrumento concreto para corregir el precio de los activos, y si actúan de una manera fuerte subiendo tipos dañarían el crecimiento de la económica.
  • Los bancos centrales tampoco tienen entre sus objetivos controlar la inflación de activos, sólo es una preocupación para ellos si se manifiesta en forma de incrementos de la demanda y precios al consumo, esto es, si la liquidez a que nos referíamos anteriormente va a consumo en vez de a inversiones en activos.

Sin embargo, desde hace muchos años, una corriente de opinión favorece que los bancos centrales anticipen la inflación de activos.

Este es el esquema sobre el que se mueve el Banco:

Cuadro de texto: Inflación de activos

Cuadro de texto: Aumento demanda de crédito

Cuadro de texto: Aumento demanda de dinero

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Cuadro de texto: Presiones sobre los precios al consumo

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Como conclusión, podemos decir lo siguiente:

El BCE y los bancos centrales tendrán que considerar la inflación de activos como un objeto en sí mismo, distinto al de la inflación al consumo, y con capacidad para destruir la economía igual que lo hace una inflación convencional persistente.

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