Durante todo el siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, imperó el liberalismo económico, partidario de la no intervención del Estado. Pero, incluso en esta época, el Estado jugaba un papel en la economía, ya que hasta los liberales más convencidos tenían que reconocer tres hechos, que se mantienen hasta nuestros días:
- La desigualdad en el reparto inicial de la propiedad.
- La existencia de necesidades básicas colectivas.
- La existencia de actividades económicas que se configuran en forma de monopolios naturales.
La visión que tenían los liberales partidarios del liberalismo económico se corresponde con lo que se ha denominado el Estado-guardián, cuya misión es, principalmente, garantizar el funcionamiento del sistema e impedir que nadie interfiera en su buena marcha, así como disminuir algunos de sus fallos más destacados.
Se fue pasando, a partir de la Primera Guerra Mundial, a situaciones de creciente intervención estatal en todas las economías de mercado.
El resultado de este proceso es que del Estado-guardián se ha pasado al Estado-protagonista, la dirección y organización de la economía.
El Estado como corrector de los fallos del mercado
El mayor protagonismo del Estado en la economía se debe a que existen fallos en el mercado, ya que en el mercado no siempre asegura que las decisiones tomadas sean el punto de vista de los intereses particulares óptimos.
Los fallos del mercado
El mercado constituye un mecanismo eficiente, ya que garantiza que lo que se produce es lo que quieren los consumidores, y además se hace con el menor coste posible. Pero esto no siempre ocurre así, y a veces se producen fallos y desajustes.
Los fallos del mercado se centran en situaciones en las que el mercado no nace de un uso eficiente de los recursos disponibles:
- Los ciclos económicos.
- Las externalidades.
- Los bienes públicos.
- La falta de competencia.
- La equidad.
Para corregir estos fallos del mercado interviene el Estado.
La aportación keynesiana
Keynes criticaba la postura de muchos de sus colegas, que consideraban que el mercado se bastaría por sí solo para salir de la crisis. Keynes pensaba que el Estado debía intervenir, gastando o invirtiendo con el fin de empujar con su actuación a los empresarios y consumidores.
Desde entonces, evitar los ciclos económicos que se considera responsabilidad de los gobiernos, que deben aplicar políticas que persigan un crecimiento económico más estable; es decir, que supriman o eviten sus efectos negativos.
Las externalidades
Existen externalidades cuando la actividad de una empresa o de un consumidor produce efectos externos que afectan a terceros. Estas externalidades a veces son positivas para la sociedad y a veces negativas.
Los causantes de estas externalidades negativas no soportan las consecuencias ni pagan por ello. Ejemplos: la producción de cemento es altamente contaminante. Externalidades en el consumo; por ejemplo, el consumo del tabaco.
Estos efectos externos no repercuten en los costes de las empresas, tampoco se reflejan en los precios de mercado de esos bienes. Se dice entonces que el mercado falla, porque informa mal de lo que realmente ocurre, ya que los precios no recogen los costes reales, es decir, los costes privados que tiene la empresa más los costes sociales.
Las externalidades positivas. Un ejemplo: investigación científica y los que se benefician de otras empresas y la sociedad en general. Tampoco aquí los precios del mercado reflejan todos los efectos positivos que la empresa que los genera se merece.
El Estado como corrector de las externalidades. En estas situaciones vuelve a estar justificada la actuación estatal. Para ello, el Estado tiene dos instrumentos:
- Impuestos y subvenciones. El Estado puede establecer impuestos sobre las actividades que afectan negativamente a la sociedad, o subvencionar aquellas actividades que resultan más beneficiosas.
- Regulación de las actividades. El Estado puede restringir aquellas actuaciones que generan efectos negativos o promover las que tienen efectos positivos. Por ejemplo, puede obligar al cierre de bares y discotecas a partir de cierta hora de la noche.
Los bienes públicos puros y el consumidor parásito
Existe un tipo de bienes públicos que los economistas llaman bienes públicos puros, y que por sus características solo pueden ser ofrecidos a todos o a nadie. Las empresas privadas no están interesadas en producirlos ya que por definición es difícil impedir que cualquier persona los utilice sin pagar.
El consumidor parásito es aquel consumidor que se beneficia de ciertos bienes o servicios sin pagar. Cuando algunas personas no están dispuestas a pagar por la utilización de bienes y servicios porque prefieren esperar a que otros consuman o compren el bien para disfrutarlo gratis.
Será el sector público quien garantice que estos bienes estén disponibles para todos y los financiará con los impuestos que todos pagamos.
La falta de competencia
Cuando en el mercado no existe competencia, los productores utilizan su poder para imponer unos precios y unas cantidades que no son los que satisfacen los deseos de los consumidores. Un excesivo poder de mercado puede propiciar prácticas abusivas, no solo en la fijación de precios, sino también en una menor atención hacia los derechos del consumidor.
Todos estos efectos negativos derivados de la falta de competencia preocupan a los ciudadanos, que demandan que el Estado intervenga para evitar que las relaciones entre consumidores y productores se lleven a cabo en situaciones de desequilibrio. Por eso existen leyes antimonopolio y de defensa de la competencia.
Las funciones del sector público y la política económica
a) Regula la actividad económica: El Estado establece normas y leyes que organizan la actividad de los agentes económicos. Lo hace a través de leyes y disposiciones.
b) Produce y proporciona bienes y servicios. El Estado produce bienes y servicios públicos. Por ejemplo, la educación, la sanidad, etc. El Estado compra bienes y servicios a otras empresas para ofrecerlos gratuitamente a la población.
c) Establece los impuestos que hay que pagar. Para cumplir sus funciones, el Estado tiene una serie de gastos que, en su conjunto, constituyen el gasto público, que se financia fundamentalmente con los impuestos.
Los distintos procedimientos y reglas por los individuos y las empresas contribuyen a financiar el gasto público, pagando impuestos, constituyen el sistema tributario de un país. Se llama progresivo cuando los individuos y empresas que más renta perciben pagan más que los que reciben rentas menores, y se denomina regresivo cuando ocurre lo contrario.
d) Redistribuye la renta. Con el objeto de reducir las desigualdades en la distribución personal, el Estado establece leyes que tratan de garantizar una mayor equidad a través de un sistema tributario progresivo, medidas para la igualdad de oportunidades, leyes de salario mínimo, protección por desempleo, servicios de ayuda y asistencia social, etc.
e) Trata de estabilizar la economía. El Estado planifica y toma medidas con el objeto de que los ciclos económicos no generen desempleo o subidas de precios. La política económica de un país, es decir, el conjunto de disposiciones que adoptan los gobiernos para tratar de alcanzar los objetivos económicos de crecimiento, estabilidad de los precios, pleno empleo y equilibrio en las relaciones económicas con el resto del mundo.
Las medidas de política económica
Hay dos tipos de política económica: a corto plazo, que se denomina política coyuntural y trata de estabilizar la economía, y otra a largo plazo, o política estructural que pretende crear las condiciones favorables para el desarrollo económico de un país.
Las políticas coyunturales o a corto plazo:
- La política fiscal. El Estado puede aumentar la actividad económica de un país incrementando el gasto público o disminuyendo los impuestos, también puede utilizar el presupuesto para frenar la actividad económica limitando el gasto público o aumentando los impuestos.
- La política monetaria. El Banco Central puede regular la actividad económica a través de la fijación de los tipos de interés o el control de la cantidad de dinero en circulación.
- La política exterior. El Estado también se puede influir en las relaciones con el exterior con medidas de política comercial, como las restricciones a las importaciones o el fomento de las exportaciones; o bien fijando los tipos de cambio, es decir, que las exportaciones sean más baratas.
- La política de rentas. Cuando los precios se disparan, el Estado puede tomar medidas para intentar frenar la subida de determinados productos.
Las medidas estructurales.
Son políticas de mayor alcance y que por ello necesitan más tiempo para que produzcan los efectos deseados. Son medidas a medio y largo plazo, y entre ellas destacamos:
- La modernización o reorganización de un sector de la economía o la creación de las condiciones para el desarrollo de una región a través de inversiones en infraestructuras, transportes, etc. Por ejemplo, reforma laboral cambiar los sectores de construcción y renovación.
- La planificación indicativa. El Estado pone ciertos planes para conseguir sus objetivos.
- La política de nacionalizaciones o de privatizaciones. El Estado puede, por último, controlar la actividad económica.