El Interés por la Inestabilidad General de la Economía
La macroeconomía, antes incluso de ser definida por los elementos de análisis que utiliza: agregados (economía internacional, países, Renta Nacional, nivel general de precios, oferta y demanda globales, etc.) en lugar de comportamientos individuales (comportamiento del consumidor, del productor, del trabajador, etc.) ante distintas situaciones del mercado, es una aproximación a las condiciones generales en las que se tienen que desenvolver los seres humanos y que condicionan en cada tiempo sus condiciones de vida, expectativas y decisiones. En el período que fue, a grandes rasgos, entre los años 80 del siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la inestabilidad de la actividad económica general y la situación de incertidumbre en la que las personas tenían que tomar sus decisiones en el aspecto económico fue la tónica general. Las crisis económicas y políticas se sucedieron con cierta regularidad y cada vez parecía más claro que el estado natural del sistema era la crisis, en mayor grado que la estabilidad. Y empezaron los estudios destinados a explicar las causas de esta inestabilidad y la del funcionamiento del sistema económico como un todo, que en realidad significaba en buena medida la recuperación del interés por la evolución del sistema que había ocupado tanto a los pensadores de la escuela clásica. Esto contrastaba con los temas y la aproximación a los mismos de los economistas neoclásicos, para los que, como hemos visto, la ciencia económica era atemporal y poco afectada por las condiciones generales y, por tanto, era el estudio de un modelo que estaba o tendía constantemente al equilibrio.
Ciclos Económicos
La percepción de que las épocas de expansión y contracción de la actividad económica se sucedían, o se podían suceder, con cierta periodicidad, fue el primer paso en el resurgimiento del interés por los aspectos macroeconómicos. Esa percepción se debió en gran parte a los esfuerzos estadísticos de los historicistas y los institucionalistas (seguidores de la senda de Veblen) que recogieron muchos datos de la realidad económica sin grandes pretensiones deductivas. Pero, sobre esa base, pronto empezaron a hacerse análisis desde el punto de vista teórico, que buscaban explicar las razones de esas fluctuaciones económicas, pues, como se ha dicho, tenían cierta recurrencia sistemática. Algunos economistas neoclásicos, como Jevons, empezaron a teorizar al respecto. Jevons, recogiendo la recurrencia del primer tipo de ciclo observado ya en el siglo XIX, el de aproximadamente diez años, apuntó que podía tener su origen en la secuencia de las manchas solares, ya que afectaban a la producción agraria y, a través de esta, a la actividad económica en general. Pero con los datos acumulados por numerosos investigadores de la escuela histórica se pudo percibir que las variables económicas “agregadas” (precios, producción, actividad comercial, etc.) mostraban oscilaciones de diversa frecuencia combinadas.
Los Tipos de Ciclos
El estudio de tales datos pronto sirvió para identificar tres clases de ciclos por su diferente frecuencia:
- Uno corto, de una duración media de unos cuarenta meses, al que se le llamó ciclo de los negocios, porque su máxima referencia era la fluctuación de las existencias productivas de las empresas. Recibieron también el nombre de ciclos Kitchin, pues fue Joseph Kitchin quien mejor los estudió.
- El ciclo decenal, los ciclos por “excelencia” que ya habían interesado a Jevons y que también recibieron el nombre de ciclos Juglar, ya que fue Clement Juglar quien hizo la descripción más minuciosa de los mismos.
- Los ciclos de larga duración, de unos cuarenta-cincuenta años, que fueron observados por Nicolai Kondratiev, que los estudió en su artículo titulado “Las Ondas Largas de la Economía” (1925) y que por ello también recibieron su nombre.
La explicación de cada uno de estos ciclos era diferente, pero la teoría se podía, o pretendía, integrar en un conjunto.
Los ciclos Kitchin tenían, según su descubridor, un origen psicológico, representando el resultado de excesos de producción generados por el optimismo de los empresarios, mientras que una vez que este clima se agotaba, por haberse pasado en la producción, se generaban oleadas de pesimismo, que hacían que se acumularan los stocks invendidos, con la consiguiente caída de precios, quiebras, etc.
Los ciclos Juglar, aparte de las razones agrarias ya apuntadas, estaban producidos por la adaptación monetaria del sistema bancario en momentos de presión. En suma, por la retracción del crédito que seguía a una etapa de endeudamiento y subida de los tipos de interés, provocando antes o después un pánico financiero. Más adelante, otros autores buscaron también causas reales (aparte de la actividad agrícola) y, una de ellas, que permitía unir los de Kitchin con los de Juglar y los de Kondratiev, era el de la obsolescencia de los equipos de capital instalados en determinados momentos.
Los ciclos Kondratiev, para los cuales su autor había insinuado los sucesivos períodos de abundancia y escasez de numerario, condicionado por los descubrimientos de yacimientos nuevos de oro, además de condicionantes de tipo social y político; los que más adelante teorizaron al respecto consideraron que podrían tener razones tecnológicas, ya que estarían causados por el uso de determinadas matrices tecnológicas (techos tecnológicos diríamos hoy) que son sustituidas por nuevas oleadas de industrialización.
Joseph A. Schumpeter
La teorización tal vez más profunda de las grandes oleadas de la economía vino de la mano de Joseph A. Schumpeter (1883-1950), un economista alemán formado inicialmente en la escuela austriaca, que después, con el nazismo, se refugió en Estados Unidos y que fue capaz de realizar una ingente e innovadora obra que sintetizaba en gran medida, aparte del neoclasicismo, las enseñanzas de la escuela histórica alemana y recuperaba también gran parte de los estudios de Marx. De sus tres obras principales (“La Teoría del Desarrollo Económico” -1934-, “Ciclos Económicos” -1939- y “Capitalismo, Socialismo y Democracia” -1951-) se extrae una visión peculiar del capitalismo, en la que el empresario innovador es el agente principal del sistema económico, el cual, en el momento de invertir en nuevos procesos productivos, genera la marcha del crecimiento económico. A ese proceso del empresario innovador, Schumpeter lo define como un proceso de destrucción creativa, por el que nuevos procesos productivos sustituyen a los viejos. Pero estos procesos dependen de mejoras tecnológicas y estas de los avances científicos, en los que a menudo los avances no se dan puntualmente ni constantemente, sino en forma de racimos, en grupos. Esto genera períodos de auge, mientras se aprovechan las posibilidades de los nuevos inventos (rendimientos marginales crecientes) hasta que se agotan y entonces sobreviene la caída. Por tanto, inventos nuevos generan nuevos ciclos de crecimiento, en los que la dinámica del capitalismo se hace evidente.
La Aportación de la Economía Socialista: Tablas “Input-Output”
Desde 1917 había aparecido en Rusia, desde entonces “Unión Soviética”, un intento de alternativa real al sistema capitalista (basado en la libertad individual y el mercado) que se fundamentaba en la intervención total de la economía por el Estado y, desde 1929, en la planificación central de la misma. Con él, no solo se decía que se había superado el capitalismo, sino que al mismo tiempo se había eliminado la anarquía de la producción que, según Marx y los marxistas, era la causa última de los ciclos y las crisis económicas. Los primeros esfuerzos para establecer las bases de una economía planificada habían surgido, no obstante, fuera de los ámbitos teóricos marxistas. Frente a los ataques de la escuela de Viena, para cuyos componentes una economía planificada era imposible, apareció la defensa que argumentaba que la planificación únicamente tenía que concretar, de forma centralizada, los precios y las cantidades de bienes a producir, para poder permitir que los mercados lleguen al equilibrio. La demostración de esta posibilidad vino de un economista polaco de formación marxista, Oskar Lange (1904-1965), posteriormente exiliado en Estados Unidos. Pero, aparte de las discusiones de principios que O. Lange planteó, los economistas soviéticos del momento tuvieron que elaborar técnicas que sirvieran para determinar los objetivos de la planificación. La aportación más importante fue la de Wassily Leontiev (1905-1999) que, partiendo del estudio de la economía como proceso circular, empezó a elaborar lo que posteriormente se llamaría la tabla “input-output”: un esquema en el que se representan todos los sectores económicos, con todo lo que reciben unos sectores y lo que producen para otros sectores. El sistema diseñado por Leontiev es la expresión empírica y matemática de la idea que desde Quesnay residía en la base de la descripción de la economía y que para el economista soviético era una base necesaria para definir unos objetivos coherentes en un sistema de economía planificada. Después de emigrar a Estados Unidos, Leontiev aplicó sus ideas a la “estructura de la economía americana” y pronto aparecieron diferentes estudios sobre otros países con la misma técnica. La posterior evolución de las técnicas de planificación comportó una sofisticación creciente.