El Entorno Global de la Economía
El Comercio Internacional
El comercio internacional se ha multiplicado por doce tras la Segunda Guerra Mundial. Su importancia con respecto al PIB ha pasado del 9% en 1965, al 16% en 1980, al 20% en 1995 y al 30% en 2014 (aunque sigue siendo menor al máximo alcanzado en 2008), llegando incluso al 50% en los países de la OCDE. Es decir, ha crecido más el comercio que la producción. A partir de los ochenta, la apertura de economías como China e India, que han emprendido un rápido proceso de recuperación industrial, ha tenido un impacto enorme en esta evolución.
Diversas razones económicas, técnicas, legales y políticas han generado una disminución del coste de las transacciones, explicando esta expansión. Entre ellas:
- Mejora de los transportes y las comunicaciones.
- Aumento de la proporción valor/peso de las mercancías (y por tanto, disminución del coste de transporte).
- Flexibilización de normas y leyes que afectan a las transacciones comerciales (tanto arancelarias como no arancelarias).
- Control del riesgo de incumplimiento de contratos o la disminución de los costes de transacción.
Desde 2012, la tasa de crecimiento del comercio ha sido aproximadamente la misma que la del PIB mundial, y no el doble como ocurría antes. ¿Ha llegado a su máximo el comercio internacional? ¿Es coyuntural? ¿Cambiará la relación cuando se inicie de nuevo la fase expansiva del ciclo?
1. Caracterización de los Flujos de Comercio
Este dinamismo encierra características muy particulares:
Concentración en torno a determinados países
Ha existido una tradicional y extensa etapa de polarización de los intercambios. Hasta principios del siglo XXI, casi las tres cuartas partes del comercio mundial se concentraba en los países desarrollados (Unión Europea, Estados Unidos y Japón), favoreciendo la formación de zonas de comercio densas (PECOs y Magreb, México y Brasil, ASEAN) y marginando a los países excluidos. Aunque a mediados de los ochenta se intentó impulsar el comercio sur-sur, y la participación de los países en desarrollo aumentó entre 1995 y 2001, esta expansión se frenó por la desaceleración del crecimiento del PIB en las economías asiáticas y latinoamericanas en desarrollo. A pesar de la crisis actual, que ha afectado principalmente a Europa y, en menor medida, a Estados Unidos, la polarización persiste, pues los diez países más activos en el comercio representaron más de la mitad del comercio mundial. Sin embargo, esta concentración ya no afecta solo a los países desarrollados, pues el cambio significativo ha sido la entrada de China en este grupo, tras su adhesión a la OMC en 2001.
Importancia creciente de los países en desarrollo
Desde los noventa, los países en desarrollo, particularmente los miembros del G-20, han incrementado sus niveles de crecimiento, generando una convergencia con los niveles de riqueza de los países ricos, lo que ha impactado en los flujos comerciales. Este crecimiento, en la década de 2000, se relacionó con la mayor demanda de productos básicos, que elevó los precios y, en consecuencia, los ingresos en los países en desarrollo exportadores de recursos naturales. Actualmente, las economías en desarrollo representan el 50% de la producción y el comercio mundiales (en comparación con el 39% y el 32%, respectivamente, en 2000). Sin embargo, estas características difieren significativamente entre países, pues los Países Menos Adelantados han reducido su participación en los mercados mundiales. Desde principios de la presente década, la participación de China en el comercio mundial ha crecido exponencialmente. En 2014, fue la principal economía exportadora (12,3% del total mundial) y la segunda importadora (10,3%), modificando la polarización.
Creciente importancia de los mercados de productos intermedios
El comercio no solo ha aumentado como reacción a la reducción de barreras arancelarias y costes de transporte, sino que estos costes decrecientes han permitido que los procesos de producción se parcelen y distribuyan por el mundo en cadenas de valor mundiales. Esto genera un cambio en la estructura de la producción global, una nueva división internacional del trabajo y un aumento indirecto de las relaciones comerciales. La importancia de las cadenas de valor ha aumentado con el tiempo. Entre 1995 y 2011, el incremento de las importaciones de insumos extranjeros amplió la participación de algunas economías en estas cadenas. La OMC estima que en 2015 casi la mitad de las exportaciones brutas se relacionaban con cadenas de valor mundiales (frente al 36% en 1995). Las economías que más aumentaron su participación entre 1995 y 2008 fueron Corea del Sur, Taipei Chino, Filipinas, India y China. El crecimiento del comercio de piezas y componentes entre países en desarrollo ha sido especialmente importante, pasando del 6% en 1988 a casi el 25% en 2013. Las cadenas de valor ofrecen la posibilidad de incorporarse al comercio mundial mediante la especialización en componentes o tareas (especialización vertical), en lugar de productos acabados. Los mercados intermedios son casi tan importantes como los de productos finales, pues alrededor del 50% del comercio mundial es de inputs o productos semielaborados. Hay una correlación positiva entre el acceso a inputs importados y el volumen de exportaciones. Un 26% del valor de las exportaciones nacionales tiene contenido extranjero en forma de insumos importados. El acceso eficiente a la importación de inputs intermedios mejora la productividad y competitividad de las empresas. Muchas cadenas de valor están organizadas por multinacionales. En el caso de las estadounidenses, más de un tercio de sus intercambios ocurre dentro de la multinacional.
Creciente integración del comercio exterior en la actividad económica doméstica
No solo aumenta el número de productos y servicios comerciables, sino que se profundizan las interconexiones entre producción comerciable y no comerciable. Esta última, a menudo, requiere factores productivos de otros países o puede convertirse en producto intermedio para mercancías comerciables, lo que profundiza el alcance del mercado global en las economías nacionales.
Mayor importancia del comercio de productos de alto valor añadido y de servicios
Hay una tendencia creciente al aumento del comercio de productos (finales e intermedios) de alto valor añadido, intensivos en tecnología, y de servicios, especialmente los relacionados con la informática, en detrimento del comercio de productos primarios y manufacturas tradicionales. Sin embargo, durante el primer quinquenio de la década de 2000, el peso de las exportaciones mundiales de mercancías creció debido a la subida de precios de productos básicos, en particular el aumento del 40% en los costes de la energía. Desde mediados de 2015, esta tendencia ha cambiado. El comercio internacional de servicios ha sido menos volátil que el de mercancías, mostrando mayor resistencia a las perturbaciones macroeconómicas mundiales. Ha crecido más rápido que el de bienes en los ochenta y noventa, y en las últimas dos décadas solo registró una tasa de crecimiento anual negativa (-9% en 2009), tras la crisis financiera mundial. A partir de 2010, se recuperó y siguió aumentando a pesar del lento crecimiento económico. Según las estadísticas de la balanza de pagos, el comercio mundial de servicios representa cerca de una quinta parte del comercio total. Sin embargo, estas transacciones no incluyen los servicios prestados a través de filiales extranjeras. Si utilizamos el Valor Añadido Bruto, el peso relativo de los servicios supera el 40% mundial, y el de las manufacturas se reduce. La metodología de cálculo según el Valor Añadido aún no está suficientemente desarrollada. Las estadísticas del comercio de filiales extranjeras ofrecen una perspectiva más amplia del comercio de servicios.
Elevada concentración empresarial de los flujos comerciales mundiales
Al menos un tercio del comercio mundial se explica por la actividad entre transnacionales y otro tanto por el comercio interno entre filiales y matrices. A efectos del estudio de la globalización, este es el fenómeno más trascendente, porque el comercio intraindustrial (en el que se intercambian productos «iguales») e intrafirma modifican las variables explicativas del comercio mundial, restando significado a las ventajas comparativas y concediéndoselo a la diferenciación del producto, las economías de escala y las decisiones internas de las empresas.
La Inversión Extranjera Directa (IED)
El rápido crecimiento de las corrientes de capital extranjero desde los ochenta ha aumentado el interés por el estudio de las inversiones internacionales, especialmente la IED, por su incidencia en los países industriales y el creciente flujo de capital hacia países en desarrollo. Entendemos por IED las inversiones en actividades productivas realizadas por una empresa de un país en el sistema productivo de otro. Las estudiamos por oposición a las inversiones en cartera, aunque a veces la línea divisoria no es clara.
1. Determinantes de la IED
Calvo Hornero (2010) agrupa en cinco categorías las teorías que explican la IED:
- Teorías que asumen mercados perfectos.
- Teorías basadas en mercados imperfectos.
- Otras teorías.
- Otras variables no incluidas en los apartados anteriores.
2. Caracterización de los Flujos de IED
La IED tiene grandes relaciones con el comercio internacional. Antes de la globalización, solía ser una alternativa para penetrar mercados exteriores con altas barreras comerciales. Sin embargo, tres especifidades diferencian el comercio exterior de la IED:
- La inversión no es puntual, sino que presenta una dimensión intertemporal por los flujos de producción, intercambios comerciales, recursos humanos y repatriación de beneficios que genera.
- Implica transferencia de derechos patrimoniales y, a menudo, de tecnología, difíciles de revertir a corto plazo.
- Es un componente estratégico para las empresas, con objetivos más variados y amplios que el comercio, aunque en un principio (y en casos puntuales en la actualidad) haya sido un medio para sortear obstáculos comerciales.
A pesar de ser flujos diferentes, las características de la IED desde los ochenta son similares a las de los flujos comerciales:
- Mayor crecimiento que el PIB: Hasta 2008, la IED aumentó su importancia con respecto al PIB mundial y a la formación bruta de capital fijo. La mayor interdependencia de las economías y las características de estas inversiones, relacionadas con la producción, la tecnología y el empleo, han hecho que adquieran una importancia creciente. Parte importante de esta IED fueron fusiones o adquisiciones de empresas. Pero durante los últimos cinco años, la IED ha sufrido una ralentización: mientras el PIB mundial creció un 13,05% entre 2008 y 2014, los flujos de IED disminuyeron un 17,7%. Debido a que la crisis de 2008 afectó a las economías desarrolladas, donde se concentraban los mayores flujos de entrada, las inversiones directas sufrieron, especialmente las fusiones y adquisiciones.
- Concentración de los flujos: Los flujos de entrada y salida, buscando mayor competitividad y acceso a mercados o recursos de I+D, se han concentrado en Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, donde residen 89 de las 100 mayores empresas transnacionales (2013), se localiza el 88% de sus activos extranjeros y se centra la competencia. Las áreas periféricas apenas son consideradas, a excepción de mercados regionales como Canadá y México y economías como China, Brasil e India.
- Cambios en el origen y destino de las inversiones: Esta concentración está cambiando, sobre todo en los flujos de entrada. Las IED sufrieron recortes en 2008, 2009, 2012 y 2014 a escala mundial. A partir de 2012, las economías en transición y en desarrollo han recibido más de la mitad de los flujos globales de IED y de ellas partió el 25% del total. Por lo tanto, estos países lideran la recuperación de la IED y seguirán siendo destinos atractivos.
- Cambios en el destino sectorial de las IED: Tanto en las economías desarrolladas como en las economías en desarrollo, alrededor del 60% de la IED se dirige al sector servicios.
3. Reestructuración/Fragmentación productiva
El aumento del comercio y la IED implica una mayor internacionalización de la actividad empresarial, característica fundamental de la globalización. Desde los ochenta, las empresas parcelan sus procesos productivos y localizan cada eslabón de la cadena en el lugar que ofrezca las mejores opciones. En muchos casos, la mejor alternativa para producir en el extranjero es mantener la propiedad y el control de la actividad mediante IED. Para que esta dispersión de la producción sea rentable, es necesario que los costes asociados se reduzcan al mínimo. Desde los ochenta, los costes de transporte y comunicación se han reducido, y las empresas presionan para mantener bajos los costes asociados al comercio y a la IED. Esta reducción de costes es lo que la OMC denomina “facilitación” del comercio, que comprende la disminución de barreras arancelarias y no arancelarias. Lo mismo ocurre con las inversiones: las empresas transnacionales aspiran a una reducción en la limitación sectorial de la IED, a la homogeneización internacional de las condiciones de competencia, a la eliminación de leyes sobre repatriación de beneficios, a la limitación de restricciones ambientales, a la flexibilización de los mercados de trabajo, etc. En la persecución de estos objetivos, las ETN intentan modular las regulaciones y buscan el apoyo de los sectores públicos de los países receptores y de los organismos económicos internacionales. Así, el fenómeno globalizador se caracteriza por empresas que diseñan su estrategia desde un punto de vista global, creando cadenas de valor a escala mundial y tomando el mundo como su base de operaciones. Esto genera una expansión de los intercambios (comerciales, financieros, de ingeniería, de información, etc.) de ámbito internacional y un intento de redefinir las reglas del sistema económico internacional.
La Integración Financiera
Desde los setenta, las transacciones financieras internacionales y las corrientes de capital han experimentado una expansión sin precedentes en volumen y complejidad. Esto se debe a razones económicas, cambios tecnológicos, alteraciones en los mercados y políticas gubernamentales. El capital se mueve con facilidad, siendo la mercancía más comprada y vendida en el mundo. En 2013, solo en el mercado global de divisas se intercambiaron más de 5 billones de dólares al día, mientras que en 1973 el volumen anual alcanzó los 15.000 millones. Esta transferencia de recursos financieros ocurre entre agentes y entre países con políticas monetarias y autoridades monetarias distintas. El intercambio de capitales en diferentes monedas no solo ocurre cuando hay exceso de recursos en unas divisas y escasez en otras, sino también cuando el propietario de activos desea cambiar su denominación. La elusión de regulaciones fiscales o normativa que encarece el capital ha sido una causa de innovación financiera y desplazamiento de recursos. Cuando las regulaciones de control de cambios no lo han impedido, los recursos se han desplazado a países con menor exigencia regulatoria y fiscal. De ahí la necesidad de un mecanismo que ordene la compraventa de divisas.
1. ¿Por qué se ha liberalizado el mercado de capitales?
La integración financiera, es decir, el crecimiento de los flujos de capital transfronterizo, ha sido el elemento que más rápido ha avanzado en los últimos veinte años. Cinco factores explican esta rapidez:
- El aumento de la liquidez internacional obtenida por los países árabes gracias a la subida de los precios del petróleo en los setenta, que se depositó en bancos de países desarrollados, creando el mercado de eurodólares al margen de la economía real. La quiebra del Sistema de Bretton Woods consagró los mercados financieros como proveedores de oferta monetaria.
- La desregulación de los mercados financieros nacionales y el fracaso de los sectores públicos para revertir este proceso (Reserva Federal 1979-80 y Banca de Francia 1983/84).
- La necesidad de los Estados de financiar sus déficit presupuestarios mediante préstamos exteriores y emisión de deuda en los mercados internacionales.
- El progreso técnico en las tecnologías de la comunicación, que permitió la difusión instantánea y a bajo coste de la información. Un sistema de comunicación digital ha interconectado las plazas financieras en un megamercado planetario, de forma que la expansión de los flujos de capital ha sido más dramática que la del comercio, convirtiéndose en la verdadera característica de la globalización para muchos. La innovación tecnológica ha incrementado la posibilidad de realizar operaciones complejas en un mercado internacional integrado.
- La creación de grandes fondos de inversión, cuyos movimientos, decididos por gestores, responden a la rentabilidad a corto y medio plazo, y no al destino sectorial o a la evolución del valor en que se invierte. Esto genera una desvinculación entre la expansión de los movimientos de capital y el lento crecimiento de la producción mundial.
Para participar en el negocio de los mercados financieros y evitar su deslocalización, muchos países han creado zonas de regulación tenue, homologable a la de los centros internacionales, y dirigidas a no residentes. Se trata de la aplicación del concepto off-shore, dividiendo el mercado nacional en dos ámbitos: uno de regulación extensiva y fiscalidad normal para residentes, y otro de regulación mínima y libre de fiscalidad para no residentes. La rapidez de estos cambios ha transformado la estructura y funcionamiento de los mercados financieros, y preocupa a las autoridades por los riesgos sistémicos que pueden provocar en las políticas nacionales (fiscal, monetaria y de tipo de cambio).
2. La escisión entre la economía financiera y la economía real
La escisión entre la economía financiera y la real es el fenómeno más importante de los últimos 30 años. El sistema financiero surgió para intermediar entre el ahorro y la inversión, facilitando la actividad productiva. Es decir, la intermediación financiera estaba al servicio de la economía real. Los mercados financieros cumplían la función de transferir recursos de los agentes excedentarios a aquellos con necesidades superiores a sus disponibilidades, ya sea para consumo, inversión real o financiera. Sin embargo, la actividad financiera genera elevadísimos márgenes de rentabilidad, separándose de la actividad económica real. La inversión financiera compite con la inversión productiva, al producir beneficios a corto plazo (tanto cuando suben como cuando bajan los mercados), difíciles de igualar, y detrae capital disponible para las inversiones reales. El crecimiento de las inversiones financieras podría ser una razón de la crisis de la economía productiva desde los setenta. Las elevadas rentabilidades son tan relevantes que podríamos analizar la globalización desde sus efectos. La integración financiera es de tal magnitud que comporta riesgos de contagio. Las condiciones financieras de una región impactan en todos los mercados, y la intervención aislada de una autoridad monetaria nacional ya no puede regular los flujos de capital en su territorio ni gestionar las crisis. Las crisis se extienden globalmente. La globalización financiera genera inestabilidad y crisis (bursátiles, cambiarias y presupuestarias). Estas perturbaciones afectan a la economía real, con costes en desempleo, descenso de salarios, aumento de la pobreza y menor crecimiento económico. Afectan principalmente a los sectores más desfavorecidos, a las clases medias y a las economías reales de los países menos desarrollados. La estabilidad financiera ha dejado de ser una cuestión doméstica, estando sujeta al efecto contagio. Se ha generalizado la idea de que los mercados financieros penalizan las intervenciones públicas, por lo que los gobiernos se abstienen de limitar sus actuaciones, surgiendo implicaciones sobre la soberanía nacional. Hay corrientes que insisten en la necesidad de una regulación de estas transacciones. En la coyuntura actual, la globalización se expresa por la manera en que se articula el sistema financiero internacional, que propaga alteraciones sin que los demás sectores de la economía puedan ajustarse con la misma rapidez.
Otras Cuestiones Importantes
El cambio tecnológico
La revolución científico-técnica ha posibilitado estos procesos. Los avances en la tecnología de los sistemas de información permiten realizar operaciones en tiempo real entre lugares distantes y han reducido los costes de transporte y comunicación. Los avances en informática permiten transferir información y fondos entre las principales capitales financieras. En la producción, es posible adaptar los equipos rápidamente a tareas diferentes, gracias a la introducción de sistemas de control numérico, diseño asistido por ordenador y robots. Las nuevas tecnologías también permiten gestionar sistemas (financieros, bancarios, de transporte, etc.) a escala mundial y aumentar la centralización de actividades estratégicas. Estos ahorros, junto con la reducción de aranceles y la resolución de conflictos bélicos, han disminuido las barreras al comercio y la inversión, facilitando el incremento de los flujos.
La fuerza de trabajo
La fuerza de trabajo, sobre todo la no cualificada, no se ha visto afectada por las medidas liberalizadoras en el mismo grado que los bienes y el capital. El producto puede ser mundial, pero el trabajo sigue siendo fundamentalmente nacional, lo que hace que el proceso globalizador sea poco homogéneo. Existe un doble lenguaje: se insta a la liberalización para contratar y despedir, pero se frena la emigración de trabajadores de la periferia al centro del sistema.
Escépticos e hiperglobalizantes. La discusión teórica
Existe una discusión sobre si la globalización es algo nuevo. La línea escéptica niega que el sistema actual sea nuevo. Argumentan que los mercados internos absorben más del 80% de la producción mundial, que 9 de cada 10 trabajadores abastecen los mercados nacionales, que el 95% de la inversión se financia con ahorro interno y que hubo otros momentos con mayor integración económica internacional (periodo previo a la Primera Guerra Mundial). Otros argumentos contra la desaparición de la cuestión nacional señalan que el 90% de las oficinas centrales de las empresas transnacionales está en países desarrollados, que entre el 65% y el 70% de su valor añadido se genera en el país de origen, que existe una enorme correlación entre las tasas de inversión y las de ahorro nacionales, que su comportamiento en la internacionalización viene definido por el país sede y que los avances científico-tecnológicos domésticos sustentan el cambio técnico. En este sentido, solo habría mayor internacionalización, pero con economías nacionales predominando. Según D. Rodrik, esto se debe a las diferencias políticas y legales que marcan las fronteras nacionales. En el extremo opuesto están los hiperglobalizantes, liderados por Ohmae, que define la economía actual como global porque conecta a todos los consumidores y productores, y las limitaciones nacionales solo introducen distorsiones. En este contexto, los estados-nación se desnaturalizan, las corporaciones de Estados Unidos, Europa y Japón son los actores principales de un mercado global único, y la competencia global es el ancla del progreso humano. Probablemente, la realidad está lejos de esto debido al carácter oligopolístico de los mercados. La realidad es un juego competitivo, con estrategias para preservar poder de mercado. Martínez González-Tablas delimita que “lo que se globaliza es el capitalismo”, que siempre ha tendido a intensificar y extender sus relaciones. Según este autor, incluso en los flujos financieros hay argumentos que desmienten la globalización: ni la rentabilidad del dinero ni el precio de los productos financieros muestran uniformidad mundial, la paridad de la tasa de interés real no es estable, y de los dos componentes de la movilidad del capital, el volumen de transacciones ha crecido, pero la diversificación en el stock de activos sigue sesgada hacia productos domésticos, por lo que seguimos lejos de un mercado financiero mundial integrado. El contexto actual se caracteriza por una mayor presencia del resto del mundo en cada espacio de competencia y por una pérdida de espacios de definición en ámbitos antes nacionales (moneda, salarios), aumentando la participación de los indicadores de las relaciones económicas internacionales (comercio, créditos, IED, etc.) en los procesos de acumulación nacionales. Petrella postula que la globalización es un proceso truncado (triadización), ya que la integración entre Japón y el Sudeste Asiático, Europa Occidental y Norteamérica es más intensa que entre estas regiones y los países menos desarrollados o entre estos últimos. La globalización se asocia a la desterritorialización y reterritorialización del espacio socioeconómico y político en torno a regiones, entendidas como aglomeraciones sinérgicas geográficas o funcionales de estados o sociedades. Estos clusters comparten características (culturales, religiosas, ideológicas, económicas, etc.) y tienen un elevado nivel de interacción. Cuando se formalizan o politizan, disfrutan de cooperación institucionalizada a través de estructuras multilaterales. Por eso hablamos de regionalización, como etapa intermedia. El sistema actual modifica el papel de los agentes económicos. La ampliación de los mercados y la explosión de nuevos productos y tecnologías ha forzado a los países a especializarse en diferentes ramas de la industria e incluso en diferentes etapas de la producción, según las estrategias de las transnacionales, creando un sistema industrial global con capacidad de producción dispersa. Los países emergentes han abierto sus economías al capital y la tecnología internacionales, creando entornos empresariales propicios para atraer a las transnacionales, al tiempo que buscan mantener el control soberano de las fronteras económicas para proporcionar prosperidad. La globalización no es espontánea, sino que surge por los intereses de las empresas transnacionales, que dominan la tecnología, los mercados de consumo y el acceso al capital a escala mundial. Estas corporaciones modelan la cultura global y deciden qué países y regiones recibirán inversión, arbitrando los niveles de producción y comercio, lo que determina la creación de empleo y el bienestar. La globalización es una estrategia para la expansión mundial del sistema corporativo, que funciona como estructura supranacional de poder y choca con las estructuras de las naciones.