El precio del dinero: el tipo de interés
Si un agente económico necesita recursos para financiar sus actividades, puede pedirlos prestados a quienes los tienen ahorrados. El tipo de interés es el precio que tienen que pagar quienes reciben dinero prestado y la remuneración que obtienen quienes realizan el préstamo simultáneamente.
El tipo de interés supone un coste financiero para quien solicita dinero prestado. Representa un ingreso financiero para quien presta dinero.
Como en cualquier mercado, en el del dinero, si aumenta su oferta (oferta monetaria) su precio (tipo de interés) descenderá. Si la cantidad de dinero disminuye, el tipo de interés, por el contrario, subirá.
El tipo de interés se expresa en tanto por ciento. Cada operación se determina en función del plazo de duración del préstamo, del riesgo que entrañe y del grado de liquidez de la misma. Además, debe compensar a quien lo recibe por varias razones:
- Renunciar al consumo durante la duración del préstamo (tipo de interés puro).
- Asumir un riesgo, ya que siempre existe la posibilidad, aunque esta sea mínima, de no recuperar la totalidad del dinero prestado (prima de riesgo).
- La posible pérdida del poder adquisitivo del dinero producido por la subida de los precios durante el periodo de duración del préstamo (prima de inflación).
Tipo de interés = Tipo puro + Prima de riesgo + Prima de inflación
La inflación y su medición
Los cambios en el nivel de precios provocan variaciones en el poder adquisitivo o valor del dinero. Cuando hablamos de poder adquisitivo del dinero nos referimos a la cantidad de bienes y servicios que pueden adquirirse con una determinada cantidad.
El incremento en los precios reduce el poder adquisitivo y su descenso lo aumenta.
La inflación se define como el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios de una economía. Se mide con la tasa de inflación, que se define como la tasa de variación en términos porcentuales del nivel de precios de los bienes y servicios.
El cálculo de la tasa de inflación se realiza mediante índices de precios. Un índice es una medida media ponderada de los precios de una serie de bienes y servicios. La ponderación se determina según la importancia económica de cada producto.
El índice de precios más utilizado es el Índice de Precios al Consumo (IPC). La tasa de inflación calculada para un periodo concreto a partir del IPC será:
Tasa de inflación (t) = (IPCt – IPCt-1 / IPCt-1) x 100
Podemos diferenciar entre:
- Tasa de inflación mensual: subida de precios que se genera en un mes.
- Tasa de inflación acumulada: subida de precios producida desde principio de un año hasta el mes actual.
- Tasa de inflación interanual: subida de precios correspondiente a los últimos doce meses.
Para lograr una medida más correcta de la subida de precios se calcula la tasa de inflación subyacente, obtenida a partir de la evolución de los precios de los bienes y servicios que integran el IPC, eliminando los alimentos no elaborados y los productos energéticos. Las razones para omitirlos son:
- Carácter estacional de sus precios en caso de alimentos no elaborados.
- Intervención del Estado en el caso de los precios de productos energéticos, que no vienen fijados por el juego de la oferta y la demanda.
La Unión Europea utiliza el Índice Armonizado de Precios al Consumo (IAPC). El contenido de la cesta de la compra y las ponderaciones aplicadas coincide en todos los países miembros y permite realizar comparaciones. Sirve para medir la evolución de los precios en la zona euro.
Tipos de inflación
Según la intensidad de la subida de precios distinguimos:
- Inflación moderada: cuando los precios suben lentamente, las tasas anuales de inflación no superan un dígito. Los precios son estables y los ciudadanos confían en que el valor de su dinero no se vea afectado por la inflación. Los países industrializados mantienen tasas de inflación moderadas entre el 2% y el 3%.
- Inflación galopante: cuando las tasas anuales de inflación son de dos o tres dígitos (30%, 200% al año). En estos casos, como el dinero pierde valor rápidamente, el público mantendrá en efectivo el mínimo imprescindible y la población intentará acaparar bienes reales.
- Hiperinflación: cuando las tasas de inflación alcanzan cotas tan altas que se pierde el control sobre los precios y el dinero apenas tiene valor. Una inflación sin freno supondrá la quiebra del sistema monetario y, en el último extremo, la vuelta de la economía al trueque.
La inflación galopante y la hiperinflación se han producido en países latinoamericanos en los últimos años: Argentina 1989 (tasa de inflación del 3100%), Perú 1990 (7500%), Brasil 1993 (2100%).