Historia Económica Argentina: De Alfonsín a la Alianza

La Presidencia de Raúl Alfonsín (1983-1989)

1. Propuesta de Gobierno y Herencia Recibida

La propuesta de Raúl Alfonsín, candidato radical, se centró en recomponer la nación y colocar a las Fuerzas Armadas en el lugar que les corresponde dentro de la ley. Buscaba mostrar a la Argentina como un país responsable frente a los ojos del mundo y resolver los problemas económicos heredados de la última gestión peronista, agravados por los gobiernos de facto. El saldo de esta herencia incluía desempleo, pobreza, una deuda externa agobiante, la violación de los derechos humanos y la derrota en la lucha por la recuperación de las Islas Malvinas.

2. Primera Etapa Económica (1983-1985)

En la primera etapa del gobierno de Alfonsín, se fijaron como metas el crecimiento del PBI, elevar los salarios reales, incorporar la equidad en el régimen impositivo, contener la inflación, evitar los ajustes recesivos y alcanzar un acuerdo con los acreedores. Para ello, se dispuso un aumento de salarios, se regularon los ajustes de las tarifas de los servicios públicos, se redujeron las tasas de interés reguladas, se supervisó la evolución de los precios industriales y se adoptó una política de ajustes periódicos del tipo de cambio. Se estableció un Plan Alimentario Nacional (PAN) y el presupuesto incorporó una reducción de los gastos militares y un aumento de los fondos destinados a la educación y la salud. Respecto de la deuda externa, mientras se negociaba con el FMI y los bancos acreedores, se dispuso la suspensión de los pagos. Entre las medidas, se promovió un régimen más amplio de fomento a las exportaciones.

Sin embargo, la estrategia no produjo los resultados esperados. Las condiciones externas agravaron la situación, con el deterioro de los términos de intercambio y el alto nivel de las tasas de interés sobre la deuda externa.

La negociación con el FMI culminó con un acuerdo de stand-by y la apertura de negociaciones con el comité de bancos acreedores. No obstante, no se recuperaron los equilibrios macroeconómicos ni se redujo la puja distributiva del ingreso. La incertidumbre mantuvo durante toda la etapa la fuga de capitales y el consecuente agravamiento de los pagos internacionales.

3. Segunda Etapa Económica: El Plan Austral (1985-1988)

En la segunda etapa, las medidas iniciales incluyeron el ajuste de tarifas y del tipo de cambio. El presidente señaló la gravedad de la situación y anticipó la necesidad de aplicar una «economía de guerra». Se decidió una reducción del gasto público, un aumento en las tarifas de los servicios públicos y los combustibles, la suspensión de las obras públicas y el propósito de incorporar capital privado en diversas empresas estatales. Poco después, el gobierno anunció una nueva versión de la política de ingresos «heterodoxos e imaginativos», cuyo objetivo central era erradicar la inflación inercial.

El denominado Plan Austral introdujo una nueva moneda, el austral, elevó los salarios, jubilaciones, pensiones y las tarifas de los servicios públicos y enseguida los congeló. Además, redujo las tasas reguladas de interés activas y pasivas, congeló el tipo de cambio, compensó el ajuste cambiario con nuevas retenciones, aplicó una política fiscal destinada a reducir el déficit del PBI, y la política monetaria persiguió los mismos fines estabilizadores.

Los autores del plan sabían que los llamados «precios flex» abrirían una brecha peligrosa. Lo mismo sucedía con la evolución de los precios internacionales y su incidencia en los precios internos a través del comercio exterior.

Los efectos iniciales del plan fueron favorables. Mejoraron la producción, el empleo y los salarios reales. También mejoró la situación fiscal y del balance de pagos, y la tasa de inflación se redujo. El PBI creció y el producto industrial aumentó. Los salarios reales medios recuperaron parcialmente la caída. Las exportaciones disminuyeron como consecuencia de una fuerte caída de los precios en el mercado internacional de granos y oleaginosas, mientras que las importaciones aumentaron. El gobierno intentó desplegar su estrategia de crecimiento, que incluía la atracción de capital privado a la industria petrolera. Más tarde, el gobierno anunciaría un acuerdo preliminar para asociar a empresas del exterior en la conducción de ENTEL y Aerolíneas Argentinas, pero ese proyecto se frustró.

Antes del año del lanzamiento del Plan Austral, se flexibilizaron los precios con aumentos de tarifas, combustibles y el tipo de cambio, y se aflojó la regulación de los precios. La inflación disminuyó respecto de los niveles previos, pero se mantuvo alta. El costo de vida creció, empujado por la suba de los alimentos frescos. A finales de año, aumentaron las presiones inflacionarias y se produjo un relevo en la conducción del Banco Central con el propósito de endurecer la política monetaria para frenar el brote inflacionario.

4. Tercera Etapa Económica: El Plan Primavera (1988-1989)

La tercera etapa, llamada Plan Primavera, fue otra versión de la política de ingresos a través de la reforma del régimen cambiario, acuerdos de precios y reformas impositivas. Se produjo una corrida especulativa contra el austral que se intentó contener con la venta de reservas del Banco Central. Luego, este carecería de reservas para regular el mercado, que era ya inmanejable, y la cotización del dólar se multiplicó. Debido a la nueva crisis, los precios subieron, el tipo de cambio se devaluó y los salarios reales cayeron. La monetización de la economía se desplomó y la fuga desde el austral hacia el dólar sancionó la debacle del sistema monetario. La moneda local había perdido las funciones esenciales de un signo monetario. El descalabro económico se trasladó con rapidez al escenario político. El presidente Alfonsín renunció y transfirió el mando a Carlos Menem.

La Presidencia de Carlos Menem (1989-1999)

5. Propuestas del Gobierno Peronista de Menem

Las propuestas del gobierno peronista de Carlos Menem fueron: el «salariazo» para recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores, la «revolución productiva» para el crecimiento y la transformación económica del país, y la reivindicación de la soberanía en todos los terrenos. Por primera vez, un presidente ponía en marcha la política reclamada por los intereses económicos dominantes, incluyendo el alineamiento con la potencia hegemónica. Desde el inicio, los planteos convergieron con lo que después se llamaría el Consenso de Washington: la apertura de la economía, la privatización de las empresas públicas, la reforma del Estado, la desregulación de los mercados y la actividad financiera.

6. Los Primeros Pasos del Gobierno de Menem

El autor denomina «primeros pasos» a las medidas iniciales del gobierno de Menem. Recuperar una estabilidad razonable de precios y los equilibrios macroeconómicos de base era una exigencia ineludible. A tales fines, el gobierno recurrió a la concertación de precios, la devaluación del austral, el ajuste de tarifas de los servicios públicos y los combustibles, y el ajuste de salarios. Se cambió la conducción económica y su principal medida fue el llamado Plan Bonex. Su objetivo consistió en frenar la inflación a través de la esterilización de la liquidez del sistema. Los depósitos a plazo fijo y en caja de ahorro, y los títulos de la deuda pública interna fueron convertidos en títulos denominados en dólares a diez años. La conversión de la deuda mejoró la situación del presupuesto, pero se contrajo la actividad económica y la inflación no cedió. El gobierno apeló a medidas como la baja del gasto corriente y las inversiones públicas, el aumento de impuestos, la liberación de los precios y el mercado cambiario, y la reducción del salario real. El balance de pagos arrojó superávit por la baja de las importaciones y el aumento de las exportaciones, lo cual, sumado a la mejora de la situación del presupuesto, elevó la capacidad de pago de los servicios de la deuda y permitió un aumento de las reservas del Banco Central.

Se inició un proceso de privatizaciones, que incluyó a ENTEL y el sistema de telecomunicaciones. La licitación estableció que el pago se haría con títulos de deuda. También se vendieron Aerolíneas Argentinas y, más tarde, empresas petroquímicas, varios canales de televisión, y se otorgó en concesión por peaje la administración de diversas rutas nacionales. Los ingresos de esta procedencia contribuyeron a equilibrar las cuentas públicas, las cuales, junto a las otras medidas, no alcanzaron para alcanzar la estabilidad de precios. Esas privatizaciones permitieron contener las fuertes demandas de los acreedores y preparar las condiciones para el ingreso al Plan Brady poco después. Se modificó la conducción económica y comenzó la etapa del Plan de Convertibilidad.

7. El Plan de Convertibilidad (1991-2001)

Los planes de convertibilidad de la deuda externa latinoamericana y la baja de la tasa de interés en los mercados internacionales reiniciaron la corriente de capitales hacia los países emergentes. Al mismo tiempo, las privatizaciones de empresas públicas atraían la inversión privada directa.

En este contexto externo y sobre la base del aumento de las reservas del Banco Central, el nuevo ministro realizó una reforma monetaria fundada en un sistema de caja de conversión con un tipo de cambio fijo, sobrevaluado, de un peso por un dólar. El sistema emergente fue bimonetario, con dos monedas, el peso y el dólar. En la realidad, se trataba de un régimen dolarizado emergente de la destrucción de la moneda nacional por la hiperinflación. Progresivamente, los depósitos, préstamos y los contratos entre particulares se fueron denominando en dólares hasta que la mayor parte del sistema quedó denominado en la moneda estadounidense.

Con un sistema de caja de conversión, el Estado renunciaba al ejercicio autónomo de la política fiscal, monetaria y cambiaria, que quedaba condicionada por el movimiento de capitales y las reservas del Banco Central. Las reglas del juego atrajeron capitales especulativos para arbitrar la brecha entre la tasa de interés local y la internacional, que no se igualó a los niveles internacionales. La entrada simultánea de inversiones privadas directas, ligadas esencialmente a la privatización de empresas públicas, generó un excedente del balance de pagos y un aumento de las reservas del Banco Central, así como de la liquidez y el crédito interno.

8. El «Milagro Argentino» y la Crisis del Tequila

El autor utiliza la expresión «milagro argentino» para referirse a las consecuencias del estallido de la crisis de la deuda mexicana. El aumento de la tasa de interés en Estados Unidos desestabilizó el sistema financiero, impulsando la fuga de capitales y la drástica disminución del crédito internacional. El peso mexicano fue devaluado y estalló el llamado «efecto tequila». Los mercados emergentes sufrieron el impacto, y Argentina fue el país más afectado. A esa altura, registraba los peores indicadores de endeudamiento de América Latina y del mundo.

El brote de hiperinflación provocó un salto circunstancial y extraordinario. La situación mejoró con la estabilidad de precios y la recuperación del nivel de actividad. Alcanzó un punto mínimo y a partir de allí comenzó a aumentar.

El gobierno logró frenar la crisis de confianza y la fuga de capitales, y evitó que las dificultades de los bancos más afectados por la pérdida de depósitos y el deterioro de sus carteras se extendieran. Luego, el ajuste fiscal y monetario provocó una caída del nivel de actividad, pero se mantuvo la prioridad del «uno a uno», la estabilidad de precios y la memoria todavía reciente de la hiperinflación.

El Gobierno de la Alianza (1999-2001)

9. Características del Gobierno de la Alianza

El gobierno de la Alianza se caracterizó por la formulación de una propuesta al país contenida en una «Carta a los Argentinos», que proponía cambiar el rumbo, restablecer la transparencia y la decencia en el manejo de los asuntos públicos, reanimar la economía y defender la soberanía nacional. La propuesta nació herida de muerte porque proponía mantener el régimen de convertibilidad. El gobierno del presidente Fernando de la Rúa heredó una situación crítica. El presidente y la conducción de la coalición decidieron sostener una política de continuidad con las líneas fundamentales desarrolladas por el gobierno saliente.

En el último tramo del gobierno de la Alianza, en 2001, la fuga de capitales fue incontenible. A fines de ese año, se quebraron las reglas del juego con la suspensión de la convertibilidad y la paralización del sistema bancario. En diciembre, renunció el presidente y en enero se anunció la suspensión de los pagos de la mayor parte de la deuda externa. El cuadro resultaba caótico: el tipo de cambio disparado, los precios fuera de control, la recaudación tributaria desplomada, la actividad económica y el empleo en plena contracción, y un deterioro sin precedentes de las condiciones sociales.

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