Igualdad de Oportunidades vs. Igualdad de Resultados: El Papel del Estado

La Crítica a la Igualdad de Resultados

La principal crítica a la igualdad de resultados es que elimina cualquier incentivo a la educación, la dedicación y el esfuerzo en el trabajo. Para que un individuo se esfuerce más, necesita ver recompensado su esfuerzo con mayores niveles de renta. Si todos los individuos reciben las mismas rentas, independientemente de su grado de esfuerzo y dedicación, las personas dedicarán más tiempo al ocio y menos a mejorar su formación y al trabajo.

El resultado de la igualdad total de rentas es, por tanto, ineficiente y provocará que el nivel global de renta de la economía sea inferior al que existiría si no se impusiese ningún tipo de política distributiva.

Factores Condicionantes de las Rentas

Existen otros factores que condicionan las rentas, como la suerte o el azar. De hecho, el origen familiar y el nivel de renta inicial pueden influir mucho en el nivel de ingresos futuros del individuo. Los hijos de familias más acomodadas tienen más posibilidades económicas para recibir una educación más prolongada y de mejor calidad que los hijos de familias más modestas.

También puede atribuirse a la suerte o a la buena fortuna el haber nacido con determinadas habilidades innatas para desarrollar ocupaciones muy bien pagadas.

Otros factores que también condicionan los niveles de renta del individuo son la exclusión social y la discriminación que sufren algunos colectivos. Estos factores de carácter social se encuentran fuera del control del individuo y son los responsables, por ejemplo, de las limitaciones que tienen ciertos colectivos menos favorecidos para acceder a la educación o a un trabajo.

La Política Distributiva del Estado

Impuestos Progresivos sobre la Renta

El principal instrumento en manos de los gobiernos para modificar la distribución de la renta y alcanzar una mayor equidad son los impuestos progresivos sobre la renta. Este tipo de impuestos establece la obligación de los individuos de pagar al Estado un porcentaje de su renta, con la peculiaridad de que dicho porcentaje no es lineal. Es decir, el porcentaje de renta que cada individuo paga en concepto de impuestos no es siempre el mismo, sino que aumenta a medida que la renta que ingresa el individuo crece.

Para mejorar aún más la distribución por el lado bajo de las rentas, muchos sistemas tributarios establecen unos niveles mínimos de renta exentos de tributación; esto es, solo los individuos que superen dicho mínimo estarán obligados a tributar.

Un caso especial que persigue todavía una mayor eficacia para alcanzar la equidad es el denominado impuesto negativo sobre la renta, según el cual todos los individuos están obligados a declarar su renta al Estado, estableciéndose un mínimo a partir del cual hay que pagar un porcentaje progresivo de la renta.

El Gasto Público y el Estado del Bienestar

Otro tipo de instrumentos distributivos vienen por el lado del gasto público, y son todas aquellas ayudas sociales englobadas bajo la denominación de Estado del Bienestar.

El Estado de Bienestar

El Estado de Bienestar es un sistema de redistribución de recursos que hace referencia a la intervención del gobierno para garantizar la igualdad de oportunidades y erradicar la exclusión social.

Diferentes Modelos de Estado del Bienestar

Aunque todo el mundo considera necesarias estas ayudas para garantizar la igualdad de oportunidades y evitar la exclusión social, no existe un acuerdo unánime sobre cuál debe ser la intensidad o el alcance de dicho Estado del Bienestar. Así, se distinguen diversos modelos de Estado del Bienestar en función de la cobertura y la cuantía de las ayudas sociales.

Existen países con sistemas de salud pública universal donde tanto la financiación como la provisión de los servicios sanitarios corre a cargo del sector público, mientras que en otros países la asistencia sanitaria es de provisión privada y su financiación corre a cargo de los individuos y de las empresas para las que trabajan.

En el caso de las pensiones por jubilación, hay distintos modelos:

  • Sistemas de Seguridad Social obligatoria: Todos los individuos que cumplan unos mínimos requisitos tienen derecho a recibir una pensión cuando alcanzan la edad de jubilación. Es financiada por las cotizaciones que, de manera obligatoria, tienen que pagar los trabajadores en activo y sus empresas empleadoras.
  • Sistemas de pensiones con mayor carácter privado: Cada individuo establece su propio plan de jubilación, de forma que la pensión que recibirá una vez que se jubile dependerá de sus aportaciones a lo largo de su vida laboral, y también del rendimiento que haya conseguido sacar de esos ahorros.

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