1. EL SISTEMA DE PRODUCCIÓN EMPRESARIAL: CONCEPTO, ELEMENTOS QUE LO COMPONEN Y OBJETIVO PRIORITARIO.
En esta asignatura hemos planteado el concepto de empresa como un sistema abierto al entorno, es decir, un conjunto de elementos interrelacionados y coordinados entre sí (las distintas áreas funcionales) que mantienen constante relación con el suprasistema económico. Asimismo, la empresa es una unidad económica de producción que, con interés de satisfacer una serie de necesidades detectadas en la sociedad (consumidores), marca como su objetivo primordial la creación de utilidad y rendimiento económico a través de la producción de bienes y servicios. Es en este contexto que surge el sistema de producción empresarial, siendo este el mecanismo mediante el que la empresa emplea unos recursos (inputs) para generar bienes y servicios (outputs), todo ello siguiendo los procesos y métodos de gestión más eficientes para ofrecer el producto en el menor tiempo y con la máxima calidad posible.
La propia idiosincrasia y objetivo principal del sistema de producción radica en la creación de valor añadido. Con ello queremos decir que el producto final (ya sea un bien final, un bien intermedio o un servicio) debe aportar mayor utilidad y satisfacer las necesidades del consumidor en mayor medida que los materiales previos a la producción. No podemos olvidarnos que se debe dotar al proceso de una correcta gestión y control, para poder maximizar la diferencia entre valor final y valor final, optimizando la eficiencia de la cadena de valor.
Los elementos que componen el sistema de producción empresarial son:
- Los factores de producción (inputs): entre los que se incluye los empleados, las materias primas, los equipos, las instalaciones y cualquier tipo de recurso.
- El producto (output): son los bienes o servicios fruto de la actividad productiva, que se ofrecen a los consumidores.
- El proceso productivo: es el conjunto de actividades que transforman los recursos iniciales en el producto final, generando el valor añadido. Dichas actividades se componen por flujos, tareas y almacenamientos.
2. VARIABLES DE LA PRODUCTIVIDAD, CON ESPECIAL REFERENCIA A LA PROBLEMÁTICA DEL SECTOR SERVICIOS.
La actividad productiva consiste en convertir una serie de recursos (inputs) en bienes y servicios (outputs). Cuanto más eficaz y eficiente sea este proceso, mayor será el valor añadido que genere la empresa.
Es por ello que aparece la necesidad de valorar qué tan bueno es un proceso de producción. Aparece así el concepto de productividad, que es una medida relativa que trata de evaluar la proporción de producto logrado en relación con los recursos empleados. Este indicador mide la eficiencia calculando el cociente entre el valor del output generado y los inputs consumido en un determinado período de tiempo. Las 3 variables endógenas de las que depende la productividad son:
- EL TRABAJO: con ello incidimos en la productividad laboral. Aunque dicha productividad se puede incrementar con una semana laboral más corta, también se puede aumentar con un personal bien formado, mejor alimentado y con una mayor protección social. Sin embargo, en las sociedades posindustriales donde la tecnología y los conocimientos se hallan en continua expansión, la clave para incrementar la productividad laboral es mantener y potenciar las habilidades de los trabajadores. Otro factor esencial en el entorno actual es la capacidad de comprometer a los trabajadores con la empresa y las tareas que realizan, obteniendo así estímulos por motivación.
- EL CAPITAL: para realizar una actividad productiva se necesitan instalaciones, utillaje y equipos. Es así como podemos incrementar la productividad invirtiendo en estos tipos de activos, adquiriendo una mayor cantidad de los mismos o sustituyéndolos por otros mejores (mejora tecnológica). En definitiva, podemos afirmar que cuánto más mecanizada sea una actividad, más productiva será.
- LA DIRECCIÓN: la correcta organización y gestión de la empresa también es un factor que incide en la productividad, puesto que su función es asegurar el empleo eficaz y eficiente de capital humano y capital físico. También se incluye en esta variable las decisiones de invertir en I+D+i, así como el hecho de reconocer la importancia de la formación continua del personal, la flexibilidad empresarial, la innovación, etc.
En cuanto a la productividad en el sector servicios, observamos que presenta una problemática que dificulta tanto su mejora como su cuantificación. Esto se debe a que: son actividades generalmente intensivas en capital humano (hostelería, turismo, etc.); realizan tareas que son difíciles de mecanizar; son tareas que requieren esfuerzo intelectual (ingenierías); son actividades de baja productividad trasladadas del ámbito doméstico (guarderías); normalmente son tareas personalizadas al cliente; y el servicio final resulta complicado de evaluar.
3. CLASIFICAR Y DEFINIR LAS ACTIVIDADES QUE COMPONEN EL PROCESO DE PRODUCCIÓN EMPRESARIAL
El proceso de producción empresarial es un procedimiento de conversión a través del cual los distintos recursos (inputs) se convierten en bienes o servicios (outputs). Dicho proceso se realiza mediante 3 conjuntos de actividades generadoras de valor: las tareas, los flujos y los almacenamientos.
El primero de estos conjuntos son las tareas, que se definen como las acciones realizadas por la mano de obra humana y las máquinas sobre los materiales o productos en elaboración. Asimismo, las tareas se dividen en clases:
- Esenciales: modifican a los materiales físicamente.
- Auxiliares: son acciones necesarias, pero de menor rango que las esenciales.
- Superfluas: se realizan ocasionalmente y no añaden valor De apoyo: se encargan del ajuste y preparación del proceso.
El segundo conjunto de actividades del proceso de producción son los flujos de productos. Estos son las secuencias que siguen los materiales a lo largo de la cadena productiva, desde su entrada hasta su salida. Ocurren con el transporte de los materiales, precediendo a las tareas. Dentro de los flujos, encontramos los siguientes tipos:
- Flujo funcional: donde los operarios y máquinas se agrupan en centros de trabajo, secciones o departamentos especializados en las distintas etapas del proceso productivo (distribución por proceso).
- Flujo secuencial: cuando se alinean las tareas siguiendo la sucesión de los materiales a lo largo de la cadena de producción. Se pueden alinear en línea recta (distribución por producto) o en forma de “U” (distribución celular).
- Flujo estático: cuando el producto no se mueve en la cadena, sino que son los operarios los que se desplazan al lugar de trabajo (distribución por proyecto).
La tercera y última parte del proceso de producción la constituyen los almacenamientos. Estos incluyen el conjunto de actividades logísticas que se realizan en la empresa, es decir: la recepción de materiales/productos, depositarlos y guardarlos en almacenes, su conservación/mantenimiento, la administración de los inventarios y su transporte. De esta forma, aparecen distintos tipos de stocks según sus características (de productos terminado, en elaboración, materias primas, etc.) o según sus funciones (de seguridad, cíclico, estacional, etc.).
4. VARIABLES A TENER EN CUENTA EN LAS DECISIONES DE FABRICAR TODO EL PROCESO O DE SUBCONTRATAR PARTE DE EL CON OTRAS EMPRESAS DEL SECTOR Y SU RELACIÓN CON EL UMBRAL DE RENTABILIDAD.
Una de las tareas más importantes para la dirección de una empresa, y de las que depende el éxito o fracaso de esta, es el hecho de decidir si resulta preferible incluir todos los pasos de la cadena productiva en su actividad o si favorece subcontratar alguna parte.
Para realizar dicha labor correctamente hay que tener en cuenta una serie de variables cualitativas, entre las que destacamos: la posibilidad de garantizar (o no) la calidad del componente o servicio que se externaliza; si al externalizar alguna actividad se generan recursos ociosos; la necesidad de contratar mano de obra muy especializada si el trabajo se incluye en la empresa; y la eficiencia que muestra la empresa al realizar un proceso determinado frente a la eficiencia de la entidad a la que subcontrataríamos.
Además, al sopesar dichas variables nos podemos encontrar cuatro posibles escenarios: que decidamos mantener la actividad en nuestra empresa; que subcontratemos la actividad a pesar de generar recursos ociosos; subcontratar y dar a los recursos ociosos otra función dentro de la empresa; subcontratar la actividad y alquilar los recursos ociosos.
En cuanto a las variables cuantitativas, el problema se debe afrontar comparando los ingresos y costes que se generan para cada una de las alternativas de fabricar o subcontratar. Para ello emplearemos el umbral de rentabilidad, concepto que se refiere a la cifra de ventas necesarias para que una empresa iguale el nivel de ingresos al de costes, de forma que cualquier venta por encima de ese punto constituye beneficio. Este umbral se obtiene dividiendo los costes fijos por la diferencia entre precio y costes variables unitarios. Así pues, hay que calcular un umbral para cada uno de los proyectos y nos decantaremos por seleccionar el de menor cifra, es decir, aquel en el que se requieran menos unidades vendidas para empezar a generar beneficios.
Asimismo, podemos evaluar la decisión de subcontratar haciendo uso de un solo umbral de rentabilidad. Al calcularlo, debemos dividir los costos fijos en los que incurre la empresa (al fabricar) por la diferencia entre el precio de compra por componente (al externalizar) y los costes variables unitarios (al producir). Esta cifra nos indica el número de componentes necesario para que, siguiendo la estrategia de subcontratación, el beneficio sea 0. En conclusión, si empleamos más componentes que los indicados por el umbral, conviene externalizar; en caso contrario, conviene fabricarlo.
5. COMPETITIVIDAD Y ESTRATEGIAS DE PRODUCCIÓN (CALIDAD, TIEMPO, COSTE, ETC.).
Podemos definir el concepto de estrategia empresarial como un modelo de gestión que define los objetivos a largo plazo de la empresa, estableciendo los recursos necesarios para lograrlo, y situando la empresa de forma competitiva en el mercado. Entre sus características destacan: la presencia de actividades de largo horizonte temporal, el uso de todos los recursos disponibles y la implementación en todas las áreas funcionales de la empresa.
Al hablar de establecerse competitivamente en el mercado, aludimos necesariamente al concepto de ventaja competitiva. Esta idea se explica como aquellos aspectos o capacidades de la empresa que permiten que sobresalga por encima de la competencia, de forma que logre atraer a los clientes; la clave de una buena ventaja competitiva es que a los competidores les resulte difícil imitarla, de modo que la empresa se mantenga competitiva en el largo plazo. Existen 3 tipos de estrategia competitiva:
- Liderazgo en costes: ofrecer los productos a un precio menor que la competencia sin reducir la calidad. Esta fuente se puede obtener con métodos productivos más eficientes, acuerdos provechosos con proveedores, economías de escala, etc.
- Diferenciación de producto: lograr que el cliente perciba los productos como “mejores”, especiales o más útiles. Esto se obtiene ofreciendo productos de alta calidad, posicionando la marca adecuadamente, garantizando una serie de servicios pre y posventa, etc. El hecho de reducir los tiempos de respuesta ante los clientes (de forma que la empresa sea flexible, rápida y fiable) también es una importante forma de diferenciación.
- Segmentación de mercado: consiste en centrar la producción a un nicho de mercado determinado, ofreciendo productos con características específicas para el mismo y valoradas por sus clientes.
Debemos resaltar que, hoy en día, asumir procesos ecológicos y una estrategia centrada en la responsabilidad social puede resultar tanto en una ventaja por liderazgo en costes (ecoeficiencia) como en una fuente de diferenciación del producto (marketing verde).
Para lograr las ansiadas ventajas competitivas, en la práctica, las empresas deben centrarse en el diseño, implantación y gestión de procesos. Aparecen así estrategias de producción centradas en:
Calidad (TQM): aplicando el “Total Quality Management” se pretende llegar a lograr una producción competitiva de alta calidad, minimizando costes y tiempos de entrega. Así pues, se busca una situación sin defectos en la producción y que satisfaga plenamente al cliente. El TQM se complementa con el sistema de mejora continua “Kaizen”.
Operaciones (Lean): el concepto de “Lean-Management” aparece con la intención de maximizar la eficiencia, la rapidez y reducir los costes, de forma que se elimine completamente el despilfarro. Un enfoque “Lean” o “ajustado” es aquel en la que se produce en lotes reducidos, siguiendo un sistema “pull”, con trabajadores polivalentes, operando con el mínimo de stock necesario, y con breves tiempos de preparación/entrega.
Mantenimiento (TPM): consiste en aplicar un sistema de mantenimiento adecuado, tanto preventivo como correctivo. Mediante la filosofía del “Total Productive Maintenance” aseguramos que los equipos y maquinaria sean aptos para su funcionamiento de forma continua, que no haya paros ni averías, y que no se pierda la máxima eficacia.
6. PRINCIPIOS EN QUE SE BASAN LOS NUEVOS SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN DE ORIGEN JAPONÉS.
En la segunda mitad del siglo XX, y tomando como base la Teoría “Y” de McGregor, el Dr. William Ouchi asentó las bases de la llamada “Escuela japonesa” defendiendo la Teoría “Z”. Dicha teoría, afirma que no es suficiente con reconocer la motivación e incentivos no económicos de los operarios, sino que se requiere fomentar la lealtad, la iniciativa y el espíritu de grupo. De este modo, se resalta la importancia de los sistemas de sugerencia y trabajo en equipo, promoviendo los círculos de calidad para que los propios trabajadores participen en la mejora y desarrollo de la empresa.
Debemos destacar se estaba formando una nueva situación en el mercado, donde las exigencias no las marcaban las empresas sino los consumidores: demandaban una gran variedad de productos, muy personalizados, con altos estándares de calidad, plazos de entrega cortos, etc.
De este modo, el ingeniero japonés Taiichi Ohno propulsó en su fábrica Toyota un novedoso sistema de producción flexible y ajustada, el sistema Just in Time; mientras que occidente aún se hallaba rezagado con las teorías de producción clásicas. Los nuevos sistemas de producción japoneses, ajustados al mercado contemporáneo, propugnaban:
- Eliminar la especialización del trabajador, convirtiéndolos en polivalentes.
- Sustituir el sistema de empuje (push) por el sistema de arrastre (pull), en el que es el mercado que, mediante la demanda, marca las cantidades y tiempos de producción.
- Olvidar la persecución de la máxima productividad sin sentido, considerándola incluso una fuente de despilfarro.
- El empleo de procesos y productos respetuosos con el medioambiente.
- Sustituir la producción estandarizada en masa por una producción personalizada y bajo pedido.
- Romper las jerarquías y modelos de gestión autoritarios, incluyendo a todos los trabajadores en actividades de mejora del producto y de los procesos.
- Acoger un sistema de producción flexible que se adapte a la demanda del mercado.
- Ampliar el ámbito competitivo de la empresa de lo local a lo global.
- Facilitar la especialización tecnológica en detrimento de la integración vertical.
El broche de los sistemas de producción japoneses es el concepto “Kaizen”. Este hace referencia a mantener un espíritu de mejora continua en la empresa, haciendo uso del análisis y la disciplina para tratar de alcanzar una utópica “Calidad total”.
7. IMPACTO MEDIOAMBIENTAL DE LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA DE LA EMPRESA: OBJETIVOS Y ESTRATEGIAS.
Desde el punto de vista clásico, la naturaleza era considerada como el medio físico del que se obtienen los recursos (inputs del sistema de producción) y donde se desechan los residuos que no tienen valor en el mercado (outputs no deseados); dejando completamente de lado cualquier consideración de los posibles efectos sobre el medioambiente.
Una visión más actual y acertada nos hace entender que empresa y naturaleza son dos elementos interrelacionados, pues los efectos de la actividad productiva son tanto económicos como medioambientales. Se incurre así en un deterioro del medio natural, tanto por el hecho de que se consumen los recursos naturales (en forma de inputs) a un ritmo superior a la tasa de regeneración de la naturaleza, como por el hecho de que se generan emisiones y residuos contaminantes (outputs) que el medio ambiente no puede absorber.
Actualmente, el deterioro medioambiental resulta evidente (contaminación del aire, océanos y ríos, cambio climático, agujero de la capa de ozono, etc.) y se ha convertido en una preocupación para muchas personas. Si a esto le unimos la aprobación de leyes medioambientales (sanciones y subvenciones), los incentivos para que las empresas adquieran hábitos ecológicos son fuertes. Es por eso que se persiguen los siguientes objetivos:
- Promover la ecoeficiencia, es decir, reducir el consumo de recursos mediante procesos más eficientes.
- Reducir las emisiones contaminantes y los residuos generados, tanto en el proceso de producción como en la fase de consumo del producto.
- Reducir el consumo de recursos escasos sustituyéndolos por recursos renovables (especialmente los energéticos).
- Reincorporar los residuos generados en el proceso productivo como nueva materia prima. Este objetivo se puede cumplir de tres formas: reciclando, es decir, descomponiendo el residuo para aprovechar de nuevo las partes o componentes útiles; reutilizando, es decir, reincorporar el residuo en el sistema productivo sin modificarlo; y mediante la valorización energética, es decir, empleándolo como combustible.
En este contexto también aparece el concepto/estrategia de Responsabilidad Social Corporativa, que se define como la participación activa y voluntaria de una empresa para mejorar la situación de su entorno social y medioambiental. De este modo, una compañía guiada por los principios de la RSC tratará de minimizar sus emisiones y residuos, optará por métodos de producción sostenibles, ofrecerá condiciones de trabajo justas para sus empleados, participará en fundaciones o campañas benéficas, etc. Debemos resaltar que las estrategias de RSC establecen una relación “win-win”: por un lado, la sociedad y el medioambiente salen beneficiados por las mejoras aplicadas; por el otro, la empresa adquiere una importante ventaja competitiva, estableciendo la responsabilidad social como elemento de diferenciación que le permite incrementar sus beneficios.